Friday, November 22, 2024
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El conflicto en Oriente Próximo cumple un año con la Unión Europea dividida: del apoyo a Israel… a los choques entre Von der Leyen y Borrell

Un año de guerra entre Israel y Hamás ha sido más que suficiente para poner en evidencia algunas de las grietas que hay dentro de la Unión Europea en según qué temas.

Los últimos acontecimientos, con los ataques de Irán sobre Israel, o la entrada de estos en Líbano son otra foto de cómo la UE buscar una unidad que no ha llegado en un año: los 27 no pudieron sacar adelante un comunicado conjunto respecto a Líbano, así que la voz la tuvo que poner el Alto Representante de la UE, Josep Borrell. Doce meses que han mostrado cómo en una competencia que está entre los Estados miembros los grandes consensos, a veces, no son posibles y llevan incluso a roces institucionales.

Es un tema con muchos matices para el bloque comunitario. Por lo pronto, la Unión Europea es un socio fundamental de Israel, pero también se ha convertido en un soporte importante a través de las ayudas para los palestinos: es su principal donante internacional, aunque a lo largo de este año esa ayuda se ha revisado para evitar que caiga en manos del grupo terrorista. Ahora, los datos hablan por sí solos.

La asignación financiera plurianual para Palestina en el marco de la NDICI (Neighbourhood, Development and International Cooperation Instrument, por sus siglas en inglés), que es el instrumento del que dispone la UE en términos de cooperación, para el periodo 2021-2024 asciende a 1.177 millones de euros. Es el último dato disponible.

Asimismo, desde hace años, el respaldo a Palestina se sostiene en cinco pilares, que son Democracia, Estado de Derecho y Derechos Humanos; Reforma de la Gobernanza, Consolidación Fiscal y Política; Prestación de Servicios Sostenibles; Cambio Climático, Acceso a Servicios Autosuficientes de Agua y Energía; Desarrollo Económico Sostenible.

En general, la Unión Europea unifica las subvenciones, la financiación mixta y los créditos. Estos últimos, de hecho, están sujetos a normas y reglamentos específicos, como el Mandato de Préstamos Exteriores del Banco Europeo de Inversiones (BEI), lo que permitirá a la UE “promover estratégicamente la inversión pública y privada”, según explica la Comisión que, además, confirmó a 20minutos que existen “herramientas de seguimiento en todos los casos” para confirmar que se hace “un uso adecuado de las ayudas”. La llegada de fondos para Palestina se da a través de tres vías diferentes: financiación directa, apoyo a los refugiados y ayuda al desarrollo.

Y con Israel? La relación es intensa desde hace décadas, y se considera un socio histórico de la Unión, un nexo influido, eso sí, de manera diferente en función de cada Estado miembro. En cifras -según los últimos datos disponibles-, Israel es el vigesimoquinto socio comercial de la UE y representó el 0,8% del comercio total de mercancías del bloque comunitario en 2022. Se encuentra entre los principales socios comerciales de la UE en la zona del Mediterráneo. La UE es el mayor socio comercial de Israel, con un 28,8% de su comercio de mercancías en 2022. El 31,9% de las importaciones de Israel procedieron de la Unión, y el 25,6% de las exportaciones del país se dirigieron a ella.

La división entre los 27 es evidente

Desde el 7 de octubre el bloque ha llegado a pedir un alto el fuego, pero no hay consenso entre los países. La UE como bloque defiende desde hace seis décadas la solución de los dos Estados, pero esa vía no la aceptan todos los Estados miembros, ni mucho menos. En un lado está el bloque liderado por España, Malta, Bélgica o Irlanda, algunos de los cuales han dado incluso el paso de reconocer el Estado palestino; en el otro lado están, principalmente, Alemania y Austria. Berlín sigue siendo el principal respaldo de Israel, aunque sobre la mesa de la Comisión Europea siga la petición de suspender el Acuerdo de Asociación con Tel Aviv. Ursula von der Leyen ni siquiera lo ha valorado.

La clave de todo está en un “doble rasero”

muchas veces criticado en el último año: la unidad sobre Ucrania no se da respecto a Israel, Gaza y Hamás. El cambio en la narrativa de la UE empieza en el punto en el que una es una invasión y la otra una guerra contra el terrorismo, aunque ambas tengan elementos en común: por ejemplo, Kiev se está defendiendo de Moscú e Israel se está defendiendo de un grupo armado como Hamás. Además, hay elemento de integridad territorial, tanto para Ucrania como en el caso del conflicto árabe-isreaelí, pues sobre este último la Unión lleva décadas defendiendo la solución de dos Estados.

También entra en juego una cuestión geográfica. La invasión rusa de Ucrania es una guerra a las puertas de Europa, sobre un país que ahora es incluso candidato a la adhesión a la Unión y que lleva años tratando de acercarse a los postulados europeístas. Asimismo, Israel influye desde otra región del mundo, aunque es un aliado tradicional de la Unión porque, de facto, forma parte del grupo occidental, es decir, está alineado con Estados Unidos, pero también con otros países -en este caso miembros de la UE- como Francia o Alemania, frente a rivales estratégicos (especialmente de Washington, pero también de Bruselas) como Irán.

Borrell puso sobre la mesa un plan de paz

¿Y ha habido un plan de paz? Sí. El que puso sobre la mesa el Alto Representante, Josep Borrell. Lo hizo el pasado mes de enero, y no se ha hablado demasiado de él toda vez que la mediación se da a través sobre todo de Catar y de Estados Unidos. Con todo, el plan recoge que cualquier otra solución que no incluya los dos Estados será un parche, aunque no lo dice con estas palabras. Pero asume que para llegar a ese final, que la UE defiende desde hace décadas, se necesita recorrer cierta distancia. Mientras, dice, “la ausencia de un proceso de paz prolongará la violencia actual y proporcionará un caldo de cultivo para una mayor radicalización y conflictos venideros”.

Tampoco acepta Israel (ni antes ni ahora) otros dos elementos que sí se ven con buenos ojos desde dentro de la UE y en los que el bloque comunitario quiere tener un papel activo: el hecho de que la paz tiene que venir impuesta desde el exterior y que tiene que hacerse a través precisamente de una conferencia de paz. Así se refleja en el documento analizado en Bruselas por los 27.

“No es realista suponer que israelíes y palestinos (estos últimos representados por la OLP y la AP) entablarán directamente en un futuro próximo negociaciones de paz bilaterales para alcanzar una paz global, y mucho menos que concluirán dichas negociaciones, sin una fuerte implicación internacional”, dice, para concluir que los palestinos “necesitan una alternativa política a Hamás”.

Varios choques de altos vuelos en Bruselas

La guerra en Oriente Medio también ha llevado a choques institucionales en la UE. Hay dos bandos en lo que se refiere a los altos cargos de la Unión, los cuales además están a punto de ser renovados al menos parcialmente: Ursula von der Leyen viajó rápidamente a Israel junto a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, tras los ataques, en una visita que se dio sin que hubiera todavía una resolución por parte de la Eurocámara.

En cambio, el Alto Representante, Josep Borrell, ha puesto en todo momento el foco en que la UE no puede caer “en contradicciones” y que la clave está en que Israel respete el Derecho Internacional; algo que a sus ojos no siempre ha hecho.

Un año después de los ataque de Hamás sobre Israel y la respuesta de Tel Aviv -que todavía sigue- la UE mantiene una posición delicada, buscando su lugar en torno a un conflicto que le afecta directamente, aunque no lo parezca. El bloque comunitario cabalga contradicciones entre la ayuda humanitaria a Palestina, la división entre los países y las dudas en el discurso.

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