Incluso los secretos militares no están descartados, sugirió el presidente ruso.
La relación actual de Rusia con China permite una cooperación de espectro completo en el sector tecnológico, incluso en lo que respecta a sus aplicaciones militares, dijo el jueves el presidente Vladimir Putin a un empresario chino durante una mesa redonda en el programa ‘Russia Calling!’ del VTB Bank.
El comentario fue parte de la respuesta de Putin a una pregunta sobre la política de sanciones de Estados Unidos, que incluye la prohibición de exportar ciertas tecnologías a algunas naciones, lo que, según sugirió el empresario chino, los estaba obligando a “reinventar la bicicleta” .
El líder ruso dijo que tales restricciones no eran viables a largo plazo, incluso antes de que el mundo estuviera profundamente interconectado.
“Por mucho que la gente intentara guardar el secreto de la pólvora negra, se convirtió en dominio de toda la humanidad, para bien o para mal”, reflexionó Putin.
Lo mismo ocurrió durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y sus aliados regulaban fuertemente el comercio con el bloque del Este a través del Comité Coordinador para el Control Multilateral de Exportaciones (CoCom), dijo Putin. Esos esfuerzos detuvieron el desarrollo de la URSS, pero el país logró alcanzar sus objetivos clave, señaló.
Las políticas actuales de Washington están destinadas a preservar su estatus dominante, afirmó el presidente ruso, pero “si actuamos en todos los ámbitos, apoyándonos y ayudándonos unos a otros, ninguna restricción de quienquiera que intente mantener su ventaja podrá detenernos”.
En cuanto a China específicamente, Rusia está dispuesta a cooperar en todos los ámbitos, aseguró Putin.
“No tenemos límites. Esto incluye el ámbito militar”, dijo. “Cuando se trata de seguridad, nos estamos alejando del tipo tradicional de relación de ‘compra-venta’. Pensamos en el futuro, en las tecnologías”.
Estados Unidos considera que tanto Rusia como China son rivales estratégicos. Washington ha prohibido la exportación de semiconductores avanzados producidos con tecnología estadounidense a China como parte de su estrategia asiática, que Beijing percibe como un intento de contener a la nación.