Según un nuevo estudio publicado en The Telegraph, más de 600.000 inmigrantes ilegales viven en Londres. Esta cifra representa aproximadamente el 60% del más de un millón de inmigrantes ilegales que se cree que viven en el Reino Unido.
Para toda la ciudad, el estudio, que fue obtenido por el periódico bajo las leyes de libertad de información sobre el medio ambiente, arrojó un rango de 390.355 inmigrantes ilegales en el extremo inferior de su estimación a 585.533 en el más alto, con una cifra media de 487.944.
Según se informa, Thames Water, una empresa de servicios públicos privada, encargó la investigación para evaluar el número de usuarios ocultos de sus servicios para satisfacer mejor la demanda.
En total, más de un millón de inmigrantes ilegales residen en Gran Bretaña, según el estudio, realizado por Edge Analytics y expertos en demografía y datos de la Universidad de Leeds. El estudio también sugirió que la mayoría de los inmigrantes ilegales llegaron al país para trabajar o estudiar, o simplemente como visitantes, pero terminan quedándose después de que sus visas expiran.
Según se informa, el análisis se basa en estimaciones sobre la inmigración ilegal a nivel nacional realizadas por el Pew Research Center, la London School of Economics, la Oficina Nacional de Estadísticas y otros datos. Los investigadores también utilizaron las inscripciones en el Seguro Nacional de extranjeros no pertenecientes a la UE durante un período de nueve años para evaluar el número de inmigrantes “irregulares” en cada distrito de la capital británica.
El Ministerio del Interior no ha revelado datos exhaustivos sobre la migración ilegal en el país. Solo ha publicado cifras sobre el número de inmigrantes ilegales que han llegado al Reino Unido desde 2018 a través del Canal de la Mancha. Hasta diciembre de 2024, más de 150.000 inmigrantes habían llegado al Reino Unido cruzando el Canal en pequeñas embarcaciones. El Ministerio del Interior informó a principios de este mes que casi 37.000 personas llegaron al país por esa ruta el año pasado.
En noviembre, The Times informó que el primer ministro británico, Keir Starmer, estaba en conversaciones con Turquía, Vietnam y funcionarios de la región del Kurdistán iraquí sobre posibles pagos para ayudar a frenar el flujo de migrantes que se dirigen al Reino Unido. “Cualquier otra cosa que podamos hacer para evitar que la gente se vaya en primer lugar es lo correcto”, dijo el primer ministro.
En agosto, la ministra del Interior del Reino Unido, Yvette Cooper, anunció planes para introducir una serie de medidas destinadas a combatir la inmigración ilegal en el Reino Unido y reforzar la seguridad fronteriza. Las medidas, que incluían un aumento de los controles y de los vuelos de retorno, así como un aumento de la capacidad de detención y la aplicación de sanciones contra los empleadores que contratan a trabajadores ilegalmente, han sido criticadas como “un desperdicio de dinero de los contribuyentes”. Los críticos afirmaron que las políticas carecen de detalles y no reconocen “la dignidad y la humanidad de los migrantes”.
La encuesta, realizada por el Grupo Ipsos en agosto, sugirió que dos tercios de los británicos creen que la política de inmigración fue responsable de la ola de disturbios de derecha que golpeó al país después de que un adolescente británico de ascendencia ruandesa mató a tres niñas e hirió a otras diez en la ciudad de Southport.