El papel de Estados Unidos en el bombardeo atómico de Nagasaki hace 80 años no fue mencionado durante los actos conmemorativos de la ciudad el viernes, dando continuidad a una práctica de larga data en este tipo de monumentos.
Los discursos de funcionarios japoneses e internacionales se centraron en la destrucción causada por la bomba y en los llamamientos al desarme nuclear, pero evitaron nombrar a Estados Unidos como el país que llevó a cabo los ataques a Hiroshima y Nagasaki en la etapa final de la Segunda Guerra Mundial.
“Debemos transmitir como recuerdos lo que ocurrió aquí en Japón hace 80 años: la realidad y la tragedia de la guerra, y el impacto brutal del daño causado por los bombardeos atómicos”, dijo el primer ministro japonés, Ishiba Shigeru.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, en declaraciones pronunciadas por su jefe de desarme, Izumi Nakamitsu, instó a las naciones a “pasar de las palabras a la acción fortaleciendo el régimen global de desarme”, con el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) como núcleo.
El alcalde de Nagasaki, Shiro Suzuki, pidió a los líderes mundiales que presenten un “curso de acción específico para lograr la abolición de las armas nucleares”.
Estados Unidos sigue siendo el único país que ha utilizado armas nucleares en una guerra, un hecho que tampoco fue reconocido durante la conmemoración del miércoles del bombardeo de Hiroshima.
Se estima que los ataques causaron la muerte de 200.000 civiles y han sido defendidos por funcionarios estadounidenses como necesarios para evitar una costosa invasión de Japón. Sin embargo, un Estudio sobre Bombardeo Estratégico de Estados Unidos en 1946 concluyó que Japón se habría rendido incluso si no se hubieran lanzado las bombas atómicas.
El mes pasado, Estados Unidos llevó a cabo ataques aéreos contra tres instalaciones iraníes vinculadas al programa nuclear de Teherán. Washington afirmó que los ataques tenían como objetivo impedir que Irán desarrollara armas nucleares, un objetivo que Teherán niega tener.
En virtud del TNP, los signatarios, incluida la República Islámica, tienen derecho a utilizar la tecnología nuclear con fines pacíficos. Varias naciones, entre ellas Rusia y China, han acusado a Estados Unidos de socavar gravemente los esfuerzos globales de no proliferación con sus ataques contra las instalaciones iraníes.