Tras el retroceso registrado en los dos últimos años, las perspectivas de la inversión extranjera directa (IED) siguen siendo inciertas, amenazadas por pronósticos poco alentadores de crecimiento económico y persistentes tensiones geopolíticas y comerciales
Según informes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), el monto nominal de la IED en 2023 fue un dos por ciento menor que en 2022, y un cuatro por ciento mayor en 2024 respecto al calendario precedente.
Sin embargo, esas fuentes precisaron que la IED cayó en realidad más de un 10 por ciento en 2023 y un 11 por ciento el año siguiente, al tener en cuenta, en ambos casos, efecto engañoso de los flujos financieros canalizados a través de economías conductoras europeas.
Los Países Bajos, Suiza, Irlanda y Singapur integran el grupo de naciones que un estudio de la Universidad de Ámsterdam describió en 2017 como centros financieros extraterritoriales conductores.
Esos Estados actúan a modo de intermediarios, con impuestos bajos o nulos para la transferencia de capitales a diversos destinos, como inversiones y paraísos fiscales.
De esa manera, las ganancias de una nación pueden desviarse hacia otras con gravámenes bajos o inexistentes, indica el informe titulado Descubrimiento de centros financieros extraterritoriales: conductos y sumideros en la red global de propiedad corporativa.
La IED consiste, esencialmente, en la transferencia de capital a un país distinto para su reproducción en actividades -de bienes o servicios- establecidas mediante relaciones contractuales a largo plazo.
En la decisión de invertir, intervienen, por lo general, factores como el rendimiento estimado del negocio, el marco jurídico-legal y las circunstancias políticas, económicas y sociales del lugar de destino.
Tener en cuenta esas consideraciones determinará dónde y en qué sectores invertir, proceso en el cual se evidencia la diferencia Norte-Sur.
Mientras hacia los países en desarrollo la IED va generalmente al ámbito extractivo, en los desarrollados se concentra la asociada a manufacturas, industria automotriz, informática, telecomunicaciones, economía digital y tecnologías de alto valor agregado, entre otras.
De 1990 a 2020, la IED tuvo un comportamiento sinuoso, con picos de 1,3 billones de dólares (bdd) en 2000, 1,9 en 2007 y dos bdd en 2015, según el documento titulado Flujos de IED global en los últimos 30 años, elaborado por la Unctad.
De acuerdo con ese análisis, la IED cayó a 1,3 bdd en 2018 y 961 983 millones en 2020, ascendió a 1,4 bdd en 2021 y descendió nuevamente a 1,3 bdd en 2022.
En cuanto a la IED dirigida a las naciones de economías emergentes y en desarrollo (EED), un artículo suscrito por investigadores del Grupo de Trabajo del Banco Mundial y publicado en la más reciente edición de las Perspectivas Económicas Globales, muestra un declive respecto al producto interno bruto (PIB) a partir de 2008.
Desde entonces, disminuyó hasta un promedio anual de alrededor del dos por ciento del PIB, después de alcanzar ocho en años anteriores, subrayó el texto titulado La inversión extranjera directa en retirada. Políticas para cambiar el rumbo.
En la caída de la IED global en 2024, por segundo año consecutivo, incidió la contracción del 27 por ciento en el número de acuerdos para el financiamiento de proyectos internacionales, al pasar de 2 713 a 1 988.
La disminución en esa modalidad representó un valor negativo acumulado de más del 40 por ciento en el último cuatrienio, apunta el Informe Mundial de Inversión 2025.
El deterioro de ese indicador incide particularmente sobre los 44 países menos desarrollados -según la clasificación de la ONU–, más dependientes de las fuentes internacionales de financiamiento.
En los países desarrollados, la IED decreció un 22 por ciento debido, sobre todo, al descenso del 58 por ciento en el Viejo Continente, con afectaciones para 18 de los 27 Estados de la Unión Europea.
El flujo de la IED hacia las EED se mantuvo estable, totalizando 867 000 millones de dólares (mdd), equivalentes al 57 por ciento de la inversión total en 2024.
Aunque se concentró en un número reducido de países con mayor desarrollo económico, entre ellos, China (242 000 mdd), Brasil (59 000), Egipto(47 000), los Emiratos Árabes Unidos (46 000) y México (37 000).
Completan la lista Indonesia (24 000), India (28 000) y Vietnam (20 000), incluidos todos en la relación de los 20 principales receptores a nivel mundial, con el 58 por ciento de las inversiones recibidas por las naciones de ese grupo en 2024.
Solo tres países del Sur Global aparecen en cuatro de los diez proyectos fundamentales de nueva planta anunciados en ese calendario, según el número 48 del Monitor de las Tendencias de Inversión Global.
Argentina y México (con proyectos de coque y refinación petrolera) y la India (uno de metales básicos y productos metalúrgicos, y otro de semiconductores), componen esa relación.
Los demás proyectos corresponden a Estados Unidos (tres de semiconductores), el Reino Unido (dos de información y comunicación) y Australia (uno de energías renovables).