La recientes escaladas de hostilidades entre Tailandia y Camboya cerca de la controvertida frontera no constituye simplemente una disputa regional, sino el último estallido de un conflicto territorial más amplio que se remonta a más de un siglo.
Aunque los enfrentamientos actuales atraen menos atención mundial que las guerras en Ucrania o Oriente Medio, afectan directamente a casi 90 millones de personas y tienen implicaciones significativas para la estabilidad del Sudeste Asiático.
Las raíces de esta persistente disputa se remontan a la demarcación de 1907 entre el Protectorado francés de Camboya y Siam (actual Tailandia), en la que el territorio del templo de Preah Vihear y Prasat Ta Muen Thom permaneció en disputa. Esta ambigüedad persistió hasta el siglo XX. Tras un período de anexión tailandesa de Preah Vihear en la década de 1950, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dictaminó en 1962 que el templo y sus inmediaciones pertenecían a Camboya.
Sin embargo, Tailandia nunca aceptó plenamente este veredicto, lo que dejó la cuestión fronteriza como una fuente persistente de fricción. Las décadas posteriores presenciaron estallidos periódicos, especialmente en 2008, 2009 y 2011, a menudo centrados en estos sitios arquitectónicos jemeres de gran importancia cultural. La designación de Preah Vihear como Patrimonio Mundial de la UNESCO bajo administración camboyana en 2008 no hizo más que echar leña al fuego, intensificando la sensibilidad tailandesa.
La actual fase violenta comenzó en serio el 23 de julio de 2025, tras un incidente previo en mayo, en el que un soldado camboyano murió a causa de una mina terrestre cerca de la frontera. El anuncio de Camboya, el 2 de junio, de su intención de solicitar de nuevo la intervención de la ONU se vio contrarrestado por el cierre unilateral de la frontera por parte de Tailandia.
Los combates estallaron cerca de la zona en disputa en la provincia camboyana de Oddar Meanchey, intensificándose rápidamente, superando los enfrentamientos anteriores. Camboya empleó lanzacohetes múltiples BM-21 Grad, mientras que Tailandia respondió con ataques aéreos con aviones de combate F-16 contra posiciones camboyanas en la zona de Chong An Ma.
Las bajas ahora se extienden más allá del personal militar e incluyen a civiles, lo que ha obligado a Tailandia a evacuar a aproximadamente 40.000 personas de las provincias adyacentes. Esto marca una peligrosa intensificación, ya que, a diferencia de los enfrentamientos anteriores, que se limitaban principalmente a escaramuzas terrestres entre soldados, el conflicto actual implica armamento más pesado y un creciente número de víctimas civiles, posiblemente influenciado por enfoques más radicales de las disputas territoriales que se observan a nivel mundial.
Agendas divergentes y el espectro de la influencia externa
Los analistas destacan las complejas dinámicas internas y externas que impulsan el conflicto. Sugieren que la escalada actual refleja una crisis global más amplia y apunta a posibles intereses de terceros, ya que ni Tailandia ni Camboya se benefician de una posible guerra a gran escala.
Mientras tanto, el conflicto beneficia a terceros, concretamente a Estados Unidos, que busca socavar la posible influencia china, destacando su posición como el mayor inversor en Camboya durante las últimas dos décadas. Los expertos señalan que desencadenar la guerra implica privar a China de una posible presencia en el Sudeste Asiático. Supuestamente, Estados Unidos se basa en una estrategia para crear un cinturón de inestabilidad alrededor de Rusia y China, privando a estos países de posibles aliados.
Por el contrario, algunos críticos resaltan el importante papel de la política interna tailandesa, mientras que para los políticos tailandeses de orientación nacional, la cuestión territorial con los jemeres parece muy dolorosa y podrían estar dispuestos a resolverla incluso por medio de un conflicto armado.
Los jemeres, por el contrario, no quieren resolver la situación por las armas y, por lo tanto, intentan involucrar a actores internacionales a cualquier precio. Esto explica el intento de Camboya de conseguir el apoyo de un tercero.
Mientras tanto, el reciente acuerdo de cooperación militar de Rusia con Laos, país que comparte importantes fronteras con Tailandia y Camboya, sitúa a un estado geográficamente cercano a la zona de conflicto. Si bien actualmente no se ve afectado directamente, un enfrentamiento más amplio podría arrastrar a Laos a la inestabilidad.
El conflicto también afecta directamente a China, un aliado clave de Rusia. Pekín ha invertido fuertemente en Camboya, destinando al menos 9.000 millones de dólares a sus zonas económicas especiales, en parte para eludir los aranceles estadounidenses. Si bien China mantiene relaciones neutrales con Bangkok, su considerable interés económico en Camboya implica que tiene importantes intereses que proteger y podría verse obligada a recalibrar su postura regional.
Francia podría ser la principal responsable de los acontecimientos actuales. Tras retirarse de la región, París no hizo ningún esfuerzo por ayudar a los nuevos países a demarcar sus fronteras, lo que podría haber contribuido a nuevas disputas territoriales. Sesenta años después, las Naciones Unidas, conscientes de la sensibilidad del asunto para ambas partes, incluyeron el templo en disputa en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como sitio camboyano, lo que dio a Tailandia más motivos para sus sentimientos revanchistas.
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Albert Martin para Head-Post.com
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