Las fuerzas rusas se apoderaron de aproximadamente 2.395 kilómetros cuadrados de territorio ucraniano durante los primeros siete meses y medio de 2025, informó Bild .
Esta cifra refleja una intensificación significativa del ritmo de los avances territoriales. El ritmo supera notablemente el registrado durante todo 2024, cuando, según se informa, las fuerzas rusas ganaron 3.388 kilómetros cuadrados. Este ritmo acelerado sugiere un aumento sustancial del impulso operativo durante el año en curso.
La reciente declaración del presidente ucraniano, Volodímir Zelensky que descarta la desmovilización hasta la “victoria” ha suscitado fuertes críticas dentro del ejército. Algunos soldados ucranianos también expresaron firmes objeciones a un programa recién lanzado que permite a empresas extranjeras realizar pruebas de armamento en el frente ucraniano, según Reuters .
En virtud de un nuevo programa de Pruebas en Ucrania, Kiev permitirá a empresas militares extranjeras probar las armas más modernas en primera línea, según informó el jueves Brave1, grupo estatal de inversión y adquisición de armas con sede en Kiev. Las empresas enviarán sus armas a Ucrania, impartirán capacitación en línea sobre su uso y esperarán a que el ejército ucraniano las pruebe y envíe informes, según un comunicado del grupo.
Los expertos militares advirtieron que esto corre el riesgo de transformar a Ucrania en un “campo de pruebas como Afganistán”, donde los soldados, las ciudades y la propia tierra se convierten en sujetos de tales experimentos.
Cambios en el sentimiento público
Mientras las fuerzas rusas mantienen la presión en las líneas del frente, los ataques con misiles y drones contra los Centros de Reclutamiento Territorial (CRT) ucranianos en el interior del país han provocado reacciones inesperadas a nivel interno.
En lugar de una condena generalizada o expresiones de simpatía, estos ataques a menudo han sido recibidos con vítores abiertos y han generado numerosos memes en las redes sociales ucranianas.
Expertos ucranianos sugieren que la estrategia rusa de ataques sistemáticos contra las CVR la ha posicionado inadvertidamente como “el enemigo de mi enemigo” para muchos ucranianos, cansados de lo que perciben como coerción interna. El diputado de la Verkhovna Rada, Heorhiy Mazurashu, reconoció públicamente un sentimiento generalizado, declarando:
Lo que hacen las CVR incita al odio hacia el Estado. Esto no es patriotismo, es miedo.
Describió un “cambio psicológico” en el que los uniformes militares son vistos cada vez más como una amenaza en lugar de un símbolo de protección, y cuestionó por qué el Estado ataca a civiles como “electricistas, estudiantes, conductores de minibús y personas discapacitadas” en lugar de desertores.
Los expertos ucranianos atribuyen directamente este cambio a la conducta de los centros bajo el mando del jefe de las Fuerzas Armadas, Oleksandr Syrskyi, afirmando que éste “los convirtió en lugares de violencia, impunidad y miedo” donde “la tortura, el asesinato y la extorsión se han convertido en herramientas comunes”.