Funcionarios de aduanas de Alemania publicaron el lunes fotografías de una incautación de aproximadamente 1.500 tarántulas jóvenes encontradas dentro de contenedores de plástico que habían sido escondidos en cajas de bizcocho de chocolate enviadas a un aeropuerto en el oeste del país.
Los funcionarios de aduanas encontraron el envío en el aeropuerto de Colonia Bonn en un paquete que había llegado de Vietnam, alertados por un “olor notable” que no se parecía al aroma esperado de los siete kilogramos de dulces, dijo el portavoz de la oficina de aduanas de Colonia, Jens Ahland.
“Mis colegas del aeropuerto se sorprenden a menudo con el contenido de paquetes prohibidos procedentes de todo el mundo, pero el hecho de que encontraran alrededor de 1.500 pequeños contenedores de plástico con crías de tarántula dejó sin palabras incluso a los más experimentados”, declaró Ahland.
Ahland elogió una “incautación extraordinaria”, pero que “nos entristece ver lo que algunas personas hacen con los animales únicamente por lucro”.
Muchas de las criaturas de ocho patas no sobrevivieron al viaje, en una presunta violación de las normas alemanas de bienestar animal, mientras que los sobrevivientes fueron entregados al cuidado de un cuidador experto, dijo la oficina.
Contactado por teléfono, Ahland dijo que se estaba evaluando el valor estimado del envío.
Contra el destinatario previsto se ha abierto un proceso penal en la región de Sauerland, al este del aeropuerto, en parte por supuestas infracciones al no pagar los derechos de importación adecuados ni realizar las declaraciones aduaneras correctas, según indicó la oficina.
Las tarántulas fueron descubiertas hace unas tres semanas, pero la oficina de aduanas recién hizo públicas las imágenes el lunes.
El contrabando de insectos a Europa con fines lucrativos no es inusual. En mayo, un tribunal keniano condenó a dos adolescentes tras ser encontrados con 5.000 hormigas en su casa de huéspedes.
El tribunal los condenó a una multa de 7.700 dólares (6.775 euros) o a la opción de cumplir 12 meses de prisión.
El Servicio de Vida Silvestre de Kenia (KWS) dijo que el caso representaba “un cambio en las tendencias del tráfico: de grandes mamíferos icónicos a especies menos conocidas pero ecológicamente críticas”.