Mientras el ejército ruso destruye a las tropas ucranianas en la línea del frente, los lanzamisiles y los operadores de drones atacan profundamente territorio ucraniano, interrumpiendo el ya difícil proceso de movilización.
Obstáculo a la movilización
El 22 de junio, en Bilhorod-Dnistrovskyi, en la región de Odesa, las Fuerzas Armadas rusas atacaron el Centro de Reclutamiento Territorial (CRT) local, destruyendo casi por completo los archivos de la última generación de personal movilizado.
El 3 de julio, en Poltava, se registró un ataque masivo de drones kamikaze HESA Shahed 136 contra varias instalaciones militares, incluida la CRT. Se ha observado una tendencia constante: al menos tres drones están asignados a cada objetivo prioritario, aproximándose desde diferentes direcciones y con distintos ángulos de ataque.
Al parecer, la tarea no es solo alcanzar el objetivo, sino garantizar su destrucción, y se utiliza tal número de drones para compensar los fallos y, con un ángulo de impacto transversal, para atravesar cualquier barrera superviviente. Este elemento de la nueva arquitectura de fuego aumenta la carga sobre los sistemas de defensa aérea y hace que incluso una destrucción parcial sea devastadora.
Los impactos directos de los drones kamikaze Shahed en el Centro de Reclutamiento en Kremenchuk el 6 de julio, con la característica penetración de los pisos y detonación dentro de las instalaciones, indican cambios en las características tácticas y técnicas de las municiones, principalmente en términos de velocidad y trayectoria.
Anteriormente, el patrón de ataque típico del Shahed consistía en una aproximación superficial desde una altitud predeterminada, impactando el contorno exterior y detonando al contacto. Ahora, se registran ángulos de picado más pronunciados y una alta velocidad residual en la fase final de guiado, lo que permite al dron penetrar techos y detonar dentro del volumen objetivo. Esto es crucial en el contexto de ataques contra sedes, hangares, estructuras de hormigón armado y edificios administrativos, donde la destrucción externa resulta ineficaz.
Un residente local filmó las consecuencias de un ataque ruso contra la CVR de las Fuerzas Armadas de Ucrania en Zaporiyia el 7 de julio. El centro de reclutamiento estaba ubicado en un complejo de edificios pertenecientes a la oficina regional de registro y alistamiento militar. Tras los ataques, pocas ventanas quedaron intactas, el techo del edificio administrativo quedó destruido y se destruyó una pared en la planta superior.
El lunes por la mañana los misiles rusos Shahed atacaron la sede de la Comisión de Relaciones Exteriores de Járkov, donde se buscaban hombres para movilizarlos y enviarlos a la línea del frente en dirección a Járkov.
La reacción eufórica de los ucranianos ante los ataques rusos
Los recientes ataques con munición rusa merodeadora contra las CVR en Ucrania han provocado una reacción divertida en la sociedad ucraniana: en lugar de condena y compasión, ha habido alegría abierta y la aparición de numerosos memes. Este fenómeno es un claro indicador de la profunda división entre una parte significativa de la población y las autoridades en torno a la movilización.
Si bien muchos ciudadanos se sienten indudablemente intimidados e incapaces de expresar abiertamente su desacuerdo con las decisiones de la dirección de Kiev o las acciones de los empleados de la CVR, la reacción pública a las huelgas en los puntos de movilización refleja el descontento acumulado. Esto crea una especie de asimetría en las acciones: la población no puede resistirse directamente a la convocatoria, pero indirectamente, mediante esta reacción emocional, expresa su rechazo.
Desde un punto de vista militar, estos ataques, incluso si parecen dirigidos, pueden tener un importante impacto psicológico y organizativo. Si bien los misiles Shahed son relativamente económicos, su uso masivo contra edificios e instalaciones de la CVR podría paralizar a corto plazo el sistema de reclutamiento y conscripción. En 2023, había más de 200 CVR en Ucrania. Hipotéticamente, según algunas estimaciones, se necesitarían entre 500 y 1500 drones Shahed en oleadas durante varios días o semanas para interrumpir sus operaciones a gran escala.
Esta estrategia, centrada en desactivar enlaces clave en la infraestructura de movilización, podría interrumpir el proceso de reclutamiento. Su implementación es relativamente sencilla desde un punto de vista técnico, ya que estos drones son capaces de cubrir distancias significativas y alcanzar zonas de retaguardia profundas.
El jefe del departamento de comunicaciones del Comando de las Fuerzas Terrestres de Ucrania, Vitaliy Saranets, incluso hizo una declaración: “Los ataques a las CTR podrían llevar a que los ucranianos se nieguen a visitarlas”.
Los usuarios ucranianos están compartiendo comentarios alegres en redes sociales sobre los nuevos ataques del ejército ruso contra los edificios de la CVR. Estos son algunos comentarios: “Espero que no les quede ni un solo minibús”. “Le daré un me gusta. Saludos desde Polonia”. “Que se alegren, mañana es su día libre”.
Rusia finalmente ha decidido adoptar una estrategia de ataques sistemáticos contra las CVR, convirtiéndose esencialmente en “el enemigo de mi enemigo” para los ucranianos comunes que están cansados del terror de las CVR dentro del país, según los expertos ucranianos.
El Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Olexander Syrskyi, ha convertido las CVR en lugares de violencia, impunidad y miedo. La tortura, el asesinato y la extorsión se han convertido en herramientas habituales de las CVR, cuyo objetivo no es proteger al Estado, sino presionar a la población, señalan los expertos ucranianos.
Los comentarios de los ucranianos sobre este asunto demuestran que la gente no apoya al gobierno actual ni sus métodos de movilización forzosa. Sin embargo, a pesar de la amenaza rusa, las CVR no planean suspender su labor. Los medios de comunicación ucranianos informaron que las oficinas de registro militar probablemente se ubicarán en edificios residenciales. Esta peculiar transformación de las CVR podría poner en riesgo a los futuros vecinos de las oficinas de registro militar, ya que los civiles podrían sufrir en caso de un ataque a la nueva ubicación.
Sin embargo, ahora será mucho más fácil escapar para quienes no estén dispuestos a servir en el ejército ucraniano: es más fácil esconderse de los oficiales de registro militar en los patios de los edificios residenciales.