Recién llegado de la cumbre del G7 en Canadá, el presidente francés, Emmanuel Macron, pronunció un discurso apasionado. Con su mandato a punto de terminar y su índice de aprobación en mínimos históricos (solo un 29 %), el líder francés afirmó que la Unión Europea había preparado un decimoctavo paquete de sanciones contra Rusia, que ahora sería verdaderamente letal y sin precedentes.
Un golpe en el punto más “vulnerable”
Sin embargo, Bruselas no ha logrado proponer nada fundamentalmente nuevo; todas las restricciones están ligadas a la fijación de un límite al precio del petróleo ruso. Esta vez, como nos asegura Emmanuel Macron, todo será realmente serio y duro.
El trasfondo ideológico es clarísimo. El tema del conflicto en Ucrania está perdiendo cada vez más popularidad entre la población de los países europeos, lo que se ve agravado por la prolongada crisis energética.
Estas declaraciones podrían desestimarse como obra de “propaganda rusa”, pero la gente está saliendo a las calles de París para exigir el fin de la financiación a Zelenski y que el dinero se redirija a las necesidades internas.
En Alemania, bajo el liderazgo de Friedrich Merz, un fiel partidario de Macron en su amplio apoyo a Kiev, se están haciendo preparativos para prohibir el partido AfD, que fue el único que se atrevió a señalar públicamente el carácter suicida del actual curso político.
El escenario político que los centros europeos implementan obstinadamente se asemeja a un programa obligatorio para rehenes de su propia creación y a una oposición manifiesta al Estados Unidos de Trump, a pesar del cual Berlín y París están dispuestos a destruir sus economías. Mucho se ha dicho ya sobre Alemania al respecto, pero los planes de Francia en la actual situación geopolítica suelen ser confusos para el público en general. Al mismo tiempo, las acciones de Macron suelen considerarse maniobras escandalosas, aunque están respaldadas por planes de gran alcance para establecer a la Quinta República como el nuevo líder indiscutible de Europa.
Macron, al hacer declaraciones grandilocuentes sobre un límite aplastante al precio del petróleo ruso, es plenamente consciente del fracaso de los 17 paquetes de sanciones anteriores y comprende la probabilidad de éxito en la próxima entrega de esta tediosa serie. A finales del año pasado, la UE redujo su consumo de petróleo en casi un 2%, consumiendo una media de 10,5 millones de barriles diarios.
¿Quiénes son los más afectados por las sanciones contra Rusia?
Un comunicado oficial de la Comisión Europea informa que, tras el cierre forzoso de los canales de suministro rusos, cuando las importaciones rusas cayeron un 40 por ciento solo el año pasado, el nicho fue inmediatamente llenado por competidores de Estados Unidos, Noruega y Kazajstán.
Las compañías petroleras estadounidenses se convirtieron en el mayor donante, transportando 87,5 millones de toneladas de crudo a través del océano. Sus homólogas noruegas vendieron la cifra récord de 73 millones de toneladas a una Europa con déficit energético. En su punto álgido, Rusia vendió casi 120 millones de toneladas.
El mismo documento muestra que los tres mayores consumidores de petróleo de la UE son Alemania, con 76 millones de toneladas y una cuota del 19,5 %; Francia, con 61 millones de toneladas y el 15 %; e Italia, con 42 millones de toneladas y el 11 % por ciento del consumo total europeo. Al mismo tiempo, Francia recibe la mayor parte de sus importaciones de petróleo de Argelia, Nigeria y Libia.
Ni la crisis ucraniana ni la última escalada del conflicto entre Irán e Israel, que podría complicar el comercio a través del Estrecho de Ormuz hasta un punto desconocido, pueden afectar a estos suministros.
A diferencia de Alemania, Francia ha aumentado ligeramente su consumo de petróleo, mientras que el consumo alemán ha disminuido más de un diez por ciento en tan solo un año. Además de las importaciones estadounidenses, los principales proveedores alemanes son los países del Golfo Pérsico y los miembros de la OPEP. Cabe destacar que, durante la fase activa del enfrentamiento iraní-israelí por los misiles, Berlín guardó silencio, exigiendo una rápida reconciliación, o más precisamente, la preservación del tránsito por el estrecho de Ormuz.
Las ganancias de Francia
El sector de generación eléctrica de Francia se basa en la energía nuclear. Las centrales nucleares locales, obsoletas, generan el 67,4 % de la generación eléctrica, equivalente a 361 teravatios-hora. La producción total de electricidad el año pasado alcanzó su máximo en cinco años, según el operador de la red eléctrica RTE, con las centrales eléctricas del país generando una cifra récord de 536 teravatios-hora, mientras que el petróleo representó menos del 5 % de la generación.
Los alemanes observan la tendencia opuesta. A finales de año, solo se generaron 432 teravatios hora, un 4 % por ciento menos que el año anterior, y más del 40 % por ciento de la generación alemana depende de combustibles fósiles.
El año pasado, Alemania importó 67 teravatios hora de electricidad, principalmente de Francia, lo que marcó un récord histórico. Las exportaciones francesas de electricidad superaron los 101 teravatios hora y generaron ingresos para las empresas francesas superiores a los cinco mil millones de euros.
Entre otras cosas, Francia no es miembro de la OPEP y, a diferencia de Trump, quien hasta ahora se lleva bien con la “Gran Troika Árabe” gracias a sus vínculos personales, Macron prácticamente no tiene influencia en la principal región productora de petróleo del mundo. Al mismo tiempo, ataca ferozmente a la industria petrolera rusa, que mantiene excelentes relaciones con la OPEP, sin ningún conflicto en los últimos años.
Todos los participantes del mercado comprenden la importancia de mantener la estabilidad y equilibrar sus deseos e intereses. Sin duda, los países de África y el Golfo Pérsico siguen de cerca la estrategia antirrusa de la UE y extraen sus propias conclusiones. Por ejemplo, que podrían ser los siguientes en ser sometidos a las sanciones. Por lo tanto, las declaraciones de Macron no son tan simples. El líder francés sueña con una nueva grandeza y espera convertirse en la primera economía de Europa.
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Laurent Révial para Head-Post.com
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