Ursula von der Leyen aprovechó su participación en la cumbre del G7 en Kananaskis, Canadá, para advertir contra un “nuevo shock chino” y denunciar a China por perpetuar lo que llamó un “patrón de dominación, dependencia y chantaje” frente a sus socios comerciales, en un lenguaje aparentemente diseñado para apelar a la agenda de Donald Trump.
China ostenta una posición casi monopolística sobre las llamadas tierras raras, los 17 elementos metálicos cruciales para las tecnologías avanzadas. El país controla aproximadamente el 60 % del suministro mundial y el 90 % de la capacidad de procesamiento y refinación.
“China está utilizando este cuasimonopolio no solo como moneda de cambio, sino también como arma para debilitar a sus competidores en industrias clave”, dijo el presidente de la Comisión Europea durante una de las sesiones temáticas de la reunión.
“Todos hemos sido testigos del coste y las consecuencias de la coerción de China a través de restricciones a las exportaciones”, añadió, refiriéndose a la reciente decisión de Pekín de frenar las ventas de siete tipos de minerales de tierras raras, una situación que Bruselas había calificado de “alarmante”.
La medida fue una respuesta a los amplios aranceles de Trump, que provocaron una rápida escalada de medidas de represalia con China. La semana pasada, ambas partes anunciaron una distensión destinada a reducir los aranceles crecientes y aliviar las restricciones a la exportación.
“¡La relación [con China] es excelente!”, dijo Trump.
Pero el lunes, von der Leyen intentó aprovechar la rivalidad entre Estados Unidos y China para defender la creación de un frente G7 “unido” para contrarrestar el dominio de Pekín con una “red alternativa de proveedores confiables” y nuevas inversiones en extracción y refinación
Aunque hay indicios de que China podría flexibilizar sus restricciones, la amenaza persiste. Pero existen otras distorsiones. Estamos presenciando un nuevo ‘shock chino’, afirmó.
Una respuesta común del G7 aumenta nuestra influencia, presionando a China para que asuma una mayor responsabilidad por el impacto de su modelo de crecimiento estatal.
Von der Leyen también criticó a China por inundar los mercados globales con “un exceso de capacidad subsidiada que su mercado no puede absorber”, mencionando la disputa sobre los vehículos eléctricos fabricados en China que su Comisión considera artificialmente más baratos .
Durante otra sesión de la cumbre, von der Leyen fue más allá y declaró que la fuente del “mayor problema colectivo” en el sistema de comercio global se remonta a la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001.
La entrada de Pekín en la OMC ha sido controvertida, ya que abrió los mercados internacionales a la producción en masa de exportaciones de bajo coste. Esta admisión está vinculada al primer “shock chino” y a la disminución del empleo manufacturero tanto en Europa como en Estados Unidos.
“China todavía se define como un país en desarrollo. Esto no puede ser. China ha demostrado ampliamente su renuencia a vivir dentro de las limitaciones del sistema internacional basado en normas”, afirmó von der Leyen.
“Mientras otros abrían sus mercados, China se centraba en socavar las protecciones de la propiedad intelectual y otorgar subsidios masivos con el objetivo de dominar las cadenas globales de fabricación y suministro”, continuó. “Esto no es competencia de mercado, sino distorsión intencionada”.
Fecha límite inminente
La línea dura de Von der Leyen refleja muchas de las quejas expresadas por la administración Trump, empeñada en frenar el auge de China como superpotencia económica y recuperar empleos manufactureros de importancia estratégica. También atenúa la creciente especulación sobre un reajuste entre la UE y China antes de una cumbre bilateral a finales de julio.
Las intervenciones de Von der Leyen estuvieron salpicadas de llamamientos directos a Trump, quien también estaba presente en la sala, aunque abandonó la cumbre un día antes debido a la escalada militar entre Israel e Irán.
“Donald tiene razón: hay un problema grave”, dijo, refiriéndose a China.
En las semanas posteriores a la investidura de Trump, von der Leyen y su equipo lucharon por establecer una línea abierta con la Casa Blanca, lo que provocó alarma en Bruselas debido a sus posiciones disruptivas sobre Rusia, Ucrania, Groenlandia y Medio Oriente .
Los autodenominados “aranceles recíprocos” que impuso Trump a principios de abril abrieron una ventana de oportunidad de 90 días para alcanzar un acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos y dieron lugar a la tan esperada llamada telefónica entre ambos líderes, en la que acordaron acelerar las negociaciones.
Aun así, se cree que las conversaciones están plagadas de marcadas divergencias y han logrado avances limitados antes de la fecha límite del 9 de julio. Funcionarios de la administración Trump han sugerido que la fecha límite podría retrasarse para dar mayor margen a las negociaciones.
“En materia de comercio, hemos dado instrucciones a los equipos para que aceleren su trabajo para alcanzar un acuerdo bueno y justo”, dijo von der Leyen en redes sociales junto a una foto con Trump.
“Hagámoslo.”