Saturday, June 14, 2025
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Los jóvenes se ven afectados desproporcionadamente por la crisis de vivienda de la Unión Europea

La gravedad de la crisis de vivienda en la Unión Europea ha dificultado que los ciudadanos encuentren una vivienda, ya que la combinación de escasez de oferta de viviendas y alquileres elevados sigue siendo un problema importante.

Según Eurostat, los precios de la vivienda subieron un 48% y los alquileres un 22% en 2023. Mientras tanto, la inflación impulsó los precios generales un 36%.

Y la carga ha afectado sobre todo a los jóvenes.

En 2023, los hogares de la UE gastaron de media el 19,7 % de su renta disponible en vivienda. Ese mismo año, los datos de Eurostat muestran que los jóvenes constituyen una parte significativa de la población que destina al menos el 40 % de sus ingresos a la vivienda.

Además, el 26% de los jóvenes en la UE vive en viviendas superpobladas, un 9,2% más que la población total.

En declaraciones a Euronews, la secretaria general de Vivienda Europa, Sorcha Eduards, declaró: Estamos poniendo en peligro la capacidad de los jóvenes para independizarse, empezar su propia vida y formar una familia.

Por lo tanto, en los países donde contamos con una masa crítica de viviendas de alquiler limitado, hemos visto que la edad para independizarse es, de hecho, mayor que en los países que no la tienen.

“Por lo tanto, creo que esto ya indica que aumentar la cantidad de viviendas de interés social y mejorar los criterios de acceso ayuda a los jóvenes a acceder a ellas”.

La clave para resolver este problema puede identificarse con un cambio de mentalidad.

“Hemos dependido demasiado de las fuerzas del mercado y, por supuesto, desde 2008, con la gran crisis financiera, la capacidad del sector de la construcción se vio enormemente afectada. Esto se tradujo en una fuerte reducción del número de empresas proveedoras, pero también en un aumento de las dificultades de los hogares para pagar sus facturas”, afirma Eduards.

“Y creo que, al analizarlo, no estaríamos aquí, no estaríamos hablando de la crisis inmobiliaria si los alquileres y los precios de las viviendas se hubieran mantenido alineados con los ingresos. Pero ahora hemos tenido una enorme, digamos, diferenciación”, señala.

En cuanto a los alquileres a corto plazo, Eduards explicó que “es otro ejemplo de cómo las políticas públicas no se han adaptado a las necesidades sociales. Por lo tanto, no estamos garantizando que nuestras ciudades puedan alojar a nuestros estudiantes, a nuestros grupos de ingresos bajos y medios ni a las personas mayores. Estamos permitiendo que los alquileres a corto plazo erosionen los alquileres a largo plazo”.

Terminamos en una situación en la que tenemos apartamentos vacíos que son solo una inversión. Estamos obligando a los estudiantes a abandonar la escuela y a las familias a mudarse a las afueras. Estamos obligando a los trabajadores que se necesitan en el centro de la ciudad a mudarse a las afueras, lo que les causa un enorme estrés.

Grandes ejemplos a seguir

Algunos países ya han identificado el problema. En la UE, algunos países ya han implementado modelos de vivienda sostenible. En Alemania, 3,2 millones de personas viven en cooperativas, un modelo sin ánimo de lucro totalmente democrático.

En la región de Flandes, Bélgica, la pobreza se redujo en un 40% entre las personas que tienen acceso a vivienda social.

Dinamarca ha puesto en marcha programas para garantizar que los jóvenes puedan tener acceso a becas y evitar caer en una situación de “couch-surfing” a largo plazo, lo que los pone en riesgo de quedarse sin hogar.

En los Países Bajos, entre el 20 y el 30 por ciento de los residentes viven en viviendas de alquiler.

Las ideas están ahí, dice Eduards, pero tenemos que confiar mucho menos en las fuerzas del mercado y volver a considerar la vivienda como un derecho fundamental.

“Creo que es hora de un cambio de paradigma”.

Es hora de construir una masa crítica de viviendas responsables, que satisfagan nuestras necesidades sociales y que no se limiten a maximizar las ganancias a corto plazo mes a mes”, argumenta.

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