El ejército de Corea del Sur ha apagado los altavoces que transmitían propaganda contra Corea del Norte a lo largo de la frontera intercoreana, lo que marca el primer paso concreto del nuevo gobierno liberal para aliviar las tensiones entre los rivales divididos por la guerra.
Corea del Sur reanudó las transmisiones por altavoz en junio del año pasado luego de una pausa de un año en represalia por el lanzamiento por parte de Corea del Norte de globos cargados de basura hacia el Sur en una campaña de guerra psicológica.
El Ministerio de Defensa de Corea del Sur dijo el miércoles que la medida era parte de los esfuerzos para “restaurar la confianza en las relaciones intercoreanas y promover la paz en la Península Coreana”.
Corea del Norte, que es extremadamente sensible a cualquier crítica externa a su liderazgo autoritario y a su gobernante de tercera generación, Kim Jong Un, no hizo comentarios inmediatamente sobre la medida de Seúl.
De mayo a noviembre del año pasado, Corea del Norte lanzó unos 7.000 globos hacia Corea del Sur en 32 eventos distintos para arrojar sustancias como papel de desecho, retales de tela, colillas de cigarrillos e incluso estiércol. Corea del Norte afirmó que su campaña de globos surgió después de que activistas surcoreanos enviaran globos llenos de panfletos antinorcoreanos, así como memorias USB con canciones y series populares surcoreanas.
Basura transportada por al menos un globo norcoreano cayó sobre el complejo presidencial surcoreano en julio, lo que generó preocupación por la vulnerabilidad de instalaciones clave de Corea del Sur. Las autoridades afirmaron que el globo no contenía material peligroso y que nadie resultó herido.
Corea del Sur, en respuesta a los globos norcoreanos, reactivó sus altavoces de primera línea para difundir mensajes de propaganda y canciones de K-pop hacia el Norte. La lista de reproducción estaba claramente diseñada para presionar a Pyongyang, ya que, desde la pandemia de COVID-19, el gobierno de Kim ha intensificado una campaña para eliminar la influencia de la cultura y el idioma pop surcoreanos entre la población, en un intento por fortalecer el gobierno dinástico de su familia.
Las campañas de guerra psicológica al estilo de la Guerra Fría se sumaron a las tensiones alimentadas por las crecientes ambiciones nucleares de Corea del Norte y los esfuerzos de Corea del Sur por ampliar los ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos y fortalecer la cooperación de seguridad tripartita con Japón.
El nuevo presidente liberal de Corea del Sur, Lee Jae-myung, que asumió el cargo la semana pasada después de ganar una elección anticipada para reemplazar al conservador derrocado Yoon Suk Yeol, ha prometido mejorar las relaciones con Pyongyang, que reaccionó furiosamente a las políticas de línea dura de Yoon y rechazó el diálogo.
Durante la campaña electoral, Lee prometió detener las transmisiones por megafonía, argumentando que generaban tensiones e incomodidad innecesarias para los residentes surcoreanos en las ciudades fronterizas. En los últimos meses, estos residentes se habían quejado de las transmisiones de represalia de Corea del Norte, que incluían aullidos de animales, gongs resonantes y otros sonidos irritantes.
En una sesión informativa celebrada el lunes, el Ministerio de Unificación de Corea del Sur, encargado de los asuntos intercoreanos, también instó a los activistas civiles surcoreanos a dejar de enviar panfletos de propaganda antinorcoreana a través de la frontera.
Dichas actividades “podrían aumentar la tensión en la península de Corea y amenazar la vida y la seguridad de los residentes en las zonas fronterizas”, declaró Koo Byoungsam, portavoz del ministerio.