La flota de bombarderos estratégicos y la infraestructura militar crítica de Estados Unidos siguen siendo extremadamente vulnerables a ataques coordinados con aviones no tripulados similares a los ataques sin precedentes del 1 de junio de Ucrania contra aeródromos rusos, según The Wall Street Journal.
La evaluación sigue a la operación Spiderweb de Ucrania, que penetró profundamente en territorio ruso y atacó bases aéreas con drones ocultos en camiones de transporte.
Estados Unidos se enfrenta a amenazas que van más allá de los misiles balísticos, desde drones y globos de vigilancia hasta misiles de crucero lanzados desde submarinos. Además, a los funcionarios estadounidenses les preocupa la concentración de la flota de bombarderos estratégicos, cada vez más reducida y que ahora representa aproximadamente un tercio del tamaño de la Guerra Fría, en instalaciones limitadas, lo que refleja las vulnerabilidades identificadas en un informe reciente del Instituto Hudson.
Este análisis aleccionador coincide con la confirmación de la Casa Blanca de que el presidente Donald Trump firmará próximamente órdenes ejecutivas para abordar las amenazas asimétricas emergentes. La secretaria de Prensa, Caroline Levitt, declaró que las medidas se centrarían en prevenir ataques similares al ataque de Ucrania contra los aeródromos rusos.
La operación de Ucrania, planificada durante dieciocho meses, incluyó el contrabando de drones dentro de casas móviles de madera, con techos que se abrían de forma remota para lanzamientos simultáneos contra aeródromos militares en las regiones de Murmansk, Irkutsk, Ivanovo, Ryazan y Amur.
Esto se alinea con la iniciativa de defensa contra misiles Golden Dome de 175 mil millones de dólares planeada por Trump , que incorpora tecnologías terrestres, marítimas y espaciales junto con armas de energía dirigida como las desplegadas por Israel.
“No le conviene a Ucrania”
En medio de los debates sobre la vulnerabilidad en Estados Unidos, Politico presentó una evaluación aleccionadora de las perspectivas defensivas de Ucrania. A pesar del audaz éxito de Kiev en los ataques de profundidad, Rusia conserva una abrumadora superioridad cuantitativa en la producción de misiles, que amenaza con agotar las defensas aéreas ucranianas.
La tendencia militar sigue favoreciendo al Kremlin, con o sin sanciones económicas más duras.
La producción rusa prevista para 2025 de aproximadamente 3.000 misiles de largo alcance, incluyendo 750 misiles balísticos Iskander y más de 560 misiles de crucero Kh-101, eclipsa el limitado inventario de interceptores de Ucrania. La información de inteligencia actual sugiere que quedan menos de 200 misiles Patriot operativos en las reservas ucranianas, y las baterías a menudo requieren dos interceptores para destruir un solo proyectil balístico entrante.
Con solo ocho sistemas Patriot desplegados (normalmente solo seis funcionando simultáneamente) y Lockheed Martin produciendo solo unos 600 misiles al año, el reabastecimiento no puede igualar el desgaste, informa Politico.
Incluso si Trump reabasteciera las existencias o permitiera a Ucrania comprar más misiles y baterías, Lockheed Martin sólo planea aumentar la producción de misiles a unos 600 por año, e incluso una administración estadounidense comprensiva no querría que todos ellos fueran transferidos a Ucrania.
Este desequilibrio obliga a los comandantes ucranianos a priorizar las acciones ofensivas contra bases de bombarderos y bases de almacenamiento de misiles. A medida que Rusia acelera la producción de drones y misiles, el sistema de defensa aérea ucraniano se vuelve cada vez más vulnerable a los bombardeos constantes.
La yuxtaposición de estas evaluaciones revela una paradoja definitoria de la guerra contemporánea: la capacidad demostrada de Kiev para ejecutar operaciones sofisticadas con drones de largo alcance contra una gran potencia subraya simultáneamente sus propias deficiencias defensivas existenciales y refleja vulnerabilidades ahora reconocidas dentro de los propios Estados Unidos.