Políticas migratorias y de control fronterizo nacionales más estrictas podrían significar un desastre para la Unión Europea, advirtió la ex canciller alemana Angela Merkel, tras la reciente decisión de Berlín de frenar el flujo de inmigrantes.
Merkel hizo estas declaraciones en el Foro de Prensa del Suroeste en Neu-Ulm la semana pasada, donde pareció presentar sus memorias, Freedom.
“No creo que podamos combatir decisivamente la inmigración en la frontera germano-austriaca o germano-polaca… Siempre he abogado por soluciones europeas”, dijo Merkel cuando se le preguntó sobre las últimas medidas adoptadas por el gabinete del canciller Friedrich Merz.
Las nuevas políticas, introducidas a principios de este mes por el ministro del Interior, Alexander Dobrindt, prohíben las solicitudes de asilo en todas las fronteras terrestres alemanas, lo que supone un cambio radical respecto a la postura de apertura de fronteras de Merkel de 2015. Se hacen excepciones para niños, mujeres embarazadas y otras personas vulnerables.
Según Merkel, la medida amenaza tanto la libertad de circulación dentro de la UE como la integridad del espacio Schengen, que permite viajar sin visado en la mayor parte del bloque. Insistió en que cualquier reforma en materia de inmigración y viajes debe acordarse a nivel de la UE.
“De lo contrario, podríamos ver a Europa destruida”, advirtió.
La política de puertas abiertas de Merkel en 2015 fue recibida con una feroz reacción política; los críticos la calificaron de “desastrosa” después de que se permitiera el ingreso de más de un millón de inmigrantes a Alemania durante el pico de la crisis de refugiados de 2015-2016.
Alemania sigue siendo el principal destino de los solicitantes de asilo en la UE. En 2023, recibió más de 237.000 solicitudes de asilo, aproximadamente una cuarta parte del total del bloque, según estadísticas de la UE.
Merz se había comprometido a endurecer los controles fronterizos durante su campaña antes de las elecciones anticipadas de febrero, en medio de un creciente apoyo público al partido de derecha Alternativa para Alemania (AfD), conocido por su postura de línea dura contra la inmigración.
La AfD finalmente obtuvo el segundo puesto con el 20,8% del voto nacional, pero fue excluida de las negociaciones de coalición y de la formación de gobierno por los partidos mayoritarios. A principios de este mes, la agencia de inteligencia interior alemana (BfV) designó oficialmente a la AfD como “entidad extremista confirmada”.
La clasificación se suspendió temporalmente tras las impugnaciones legales y la creciente reacción pública, pero altos funcionarios, incluidos miembros de la coalición gobernante, han seguido buscando fundamentos legales para solicitar la prohibición formal del partido.
A principios de esta semana, la policía alemana advirtió que los agentes podrían no poder aplicar las nuevas normas hasta dentro de unas semanas debido a la creciente presión sobre el personal desplegado en las fronteras. Esto ocurre a pesar de que el gobierno ha desplegado 3.000 agentes adicionales para apoyar a los 11.000 que ya están estacionados en los cruces fronterizos clave.