Monday, May 12, 2025
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¿Más necesario o más peligroso? Expertos defienden una superred europea tras el apagón en la Península Ibérica

La guerra entre Rusia y Ucrania, la aceleración del cambio climático y las persistentes tensiones arancelarias con Estados Unidos y China han puesto de relieve una cosa: Europa se encuentra en una encrucijada energética.

En un intento por aumentar significativamente su independencia energética, la UE ha revelado que añadirá 89 gigavatios (GW) más de capacidad de energía renovable en 2025. Esto supone un aumento de 10 GW respecto de 2024, la mayoría procedente de nuevos proyectos solares.

Se estima que esta medida ayudará al bloque a alcanzar sus objetivos climáticos para 2030, que implican reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55 % para finales de esta década, en comparación con los niveles de 1990. Una superred también reduciría la dependencia de la UE de las importaciones de gas.

Algunos expertos creen que una superred europea es la respuesta.

Esto implicaría la creación de una red eléctrica transfronteriza de alta tensión, complementada con una infraestructura de red suficiente en todos los niveles de tensión. Dicha red probablemente sería capaz de suministrar electricidad a toda Europa, incluida Turquía , así como a algunas zonas del norte de África.

¿Necesita Europa una superred?

Dado que la demanda de electricidad sigue aumentando cada año, uno de los principales beneficios de una superred europea podría ser la estabilidad energética. Si bien Europa está invirtiendo más en proyectos de energías renovables como la solar y la eólica, no se puede confiar en ellas constantemente.

Las turbinas eólicas no pueden generar electricidad cuando el viento deja de soplar, y los paneles solares también dejan de funcionar por la noche. Por lo tanto, estas instalaciones no pueden producir un flujo continuo de electricidad.

En otros casos, la producción de electricidad renovable puede superar la demanda, especialmente en épocas de alta generación de energía eólica y solar.

Este excedente no sólo puede debilitar los precios de la electricidad, sino también incitar a los fabricantes a regalar electricidad, en lugar de exportarla o almacenarla.

Sin embargo, acontecimientos como el reciente apagón en España y Portugal han ilustrado que el continente puede necesitar una solución energética más estructural.

Michael Ashley Schulman, socio fundador y director de inversiones (CIO) de Running Point Capital Advisors, dice que “a medida que el continente se inclina más hacia las energías renovables, está claro que la energía eólica en el norte, el sol en el sur y la energía hidroeléctrica dispersa necesitan una forma de encontrarse en el medio.

Una superred permitiría que la energía verde fluyera eficientemente a través de las fronteras, equilibrando la oferta y la demanda; podría suavizar los altibajos energéticos, reducir los precios, aumentar la resiliencia y ayudar a Europa a abandonar los combustibles fósiles más rápidamente.

En lugar de una única superred, Europa podría muy bien necesitar varias, y no necesariamente una superred europea, según Hubert de la Grandière, director general deInstituto SuperGrid.

Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, entre otros, ya tienen en planificación varias redes de CC de alta tensión (HVDC) multiterminal. Se trata de “pequeñas superredes”, explica.

“Al igual que las autopistas del siglo pasado, es probable que surja una superred mediante conexiones progresivas entre varios enlaces HVDC y redes multiterminales, siempre que estén diseñadas para ser escalables o ampliables”.

De la Gandière también destaca que las superredes marinas, que son los primeros ejemplos de infraestructura de superredes europeas emergentes, podrían ser una forma eficaz de ahorrar CO2, costes y materiales para la integración significativa de la energía eólica marina.

Alexandros Fakas Kakouris, gerente sénior de sistemas de energía y políticas en Renewables Grid Initiative, señala que: “Las redes eléctricas permiten la electrificación, las fuentes de energía renovables (FER) y la integración del mercado, lo que las hace centrales para lograr una transición energética oportuna y eficiente en términos de costos y recursos.

“A su vez, esto impulsará la seguridad energética y la competitividad de la UE, y permitirá que las sociedades y las industrias aprovechen sus múltiples beneficios”.

Sin embargo, una superred puede no ser la única solución y todavía tendrá que ser parte de una transformación más amplia, en lugar de un sustituto de ella.

Therese Guttmann, del Instituto de Economía Ecológica de la Universidad de Economía y Negocios de Viena, explica:Una superred debe contribuir a la integridad ecológica, la equidad social y la democracia energética, no solo a la eficiencia económica o la escala corporativa. Debe conectar regiones, no concentrar el control

¿El cambio climático ha aumentado la necesidad de una superred europea?

El cambio climático, en forma de fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y olas de calor, aumenta significativamente los riesgos a la infraestructura energética convencional existente, al tiempo que acentúa la variabilidad de la energía solar y eólica.

Una superred podría ayudar a mantener la resiliencia y la seguridad energética diversificando las vías de transmisión de electricidad y conectando diferentes países con más fuentes de energía.

Ya sea a gran escala o no, la inversión es urgentemente necesaria. Según la Comisión Europea, se requieren aproximadamente 584 000 millones de euros en inversión en la red eléctrica para finales de esta década, a fin de mantener el rumbo hacia los objetivos de la transición energética.

Por un lado, la interrupción del servicio pone de relieve la fragilidad de las redes aisladas y justifica la necesidad de redes más amplias e interconectadas que puedan respaldarse mutuamente en caso de crisis”, considera Schulman. “Por otro lado, nos recuerda a todos que conectar a docenas de países podría significar que una falla localizada tenga repercusiones en todo el sistema”.

Una superred ofrecería mayor resiliencia si se implementa correctamente, pero también mayores riesgos si la seguridad, la coordinación y la redundancia no son infalibles. En resumen, el apagón hace que una superred parezca más necesaria, pero también más peligrosa si se desarrolla a medias.

Guttman enfatiza que una superred no es sólo cuestión de cables.

Se trata de poder, acceso y dirección. Si no se abordan cuestiones de gobernanza, distribución y legitimidad, los proyectos a gran escala se estancan o enfrentan resistencia, por muy “verdes” que se declaren”, afirma.

El verdadero desafío no es técnico, sino visionario. ¿Podemos construir una red que apoye una transición justa, respete la iniciativa local y se mantenga dentro de los límites ecológicos? De lo contrario, corremos el riesgo de sustituir la dependencia de los combustibles fósiles por una nueva forma de extractivismo verde centralizado.

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