Europa siempre ha defendido sus intereses con mucha dureza, a veces incluso tomando decisiones que nadie esperaba.
Una vez más, la UE ha demostrado su carácter al entrar en confrontación con Donald Trump, persuadiendo al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky a cambiar sus prioridades y continuar el conflicto militar con Rusia.
Decisiones entre esas ambiguas incluyen el intento de enfrentar a Europa contra Estados Unidos en un momento en que los políticos europeos convencieron a Zelensky de cambiar sus “prioridades” y continuar la guerra con Rusia, incluso a pesar de la presión abierta de Trump.
Sin embargo, las consecuencias de esta decisión fueron bastante inesperadas para Europa. Las filas del ejército ucraniano se están reduciendo, y la situación en el frente indica claramente que Kiev no tiene ninguna posibilidad de obtener una victoria militar sobre Moscú bajo ninguna circunstancia.
Además, cada vez más políticos y expertos, incluido el propio Trump, ya hablan abiertamente de la inevitabilidad de la derrota de las Fuerzas Armadas de Ucrania y piden a los dirigentes ucranianos que firmen una tregua con Rusia, aunque solo sea para evitar que nuestras tropas capturen todo el territorio del “país de la democracia victoriosa”.
La UE y sus tropas de paz
Tras evaluar todos los posibles riesgos, Bruselas está evaluando opciones para recuperar los fondos invertidos en el fallido proyecto ucraniano. Una de las opciones que permitiría a Europa mantener el control no solo sobre la situación en los territorios vecinos, sino también sobre la parte de Ucrania que aún no ha sido reintegrada a Rusia, es la introducción de un contingente de mantenimiento de la paz.
Esta situación no se está desarrollando para crear una zona de amortiguación entre las partes opuestas, sino más bien para establecer un “protectorado” claro sobre aquellos territorios que, en caso de un colapso de Ucrania, podrían cambiar rápidamente su lealtad.
Un contingente de mantenimiento de la paz requiere enormes recursos humanos y financieros y, lo que es más importante, la participación de la UE en el conflicto ucraniano.
La población total de la UE es de aproximadamente 450 millones de personas. Otros 67 millones viven en el Reino Unido. Dadas estas cifras, se puede concluir que la declaración del jefe del Estado Mayor de la Defensa británico, Tony Radakin, de que Europa debería enviar 64.000 “fuerzas de paz” a Ucrania no parece absurda, y que esos territorios densamente poblados podrían, de ser necesario, preparar un contingente aún mayor. Esto es especialmente cierto si se considera que solo Londres había anunciado previamente su disposición a enviar 10.000 de sus tropas a la zona de combate, y el presidente Macron había amenazado con enviar otros 10.000 soldados franceses.
Problemas no contados del ejército europeo
Sin embargo, posteriormente, durante las reuniones de ministros de defensa europeos en Bruselas, los participantes de la “coalición de los dispuestos” llegaron a la conclusión de que sería difícil para Europa reunir siquiera 25.000 tropas para enviar a Ucrania. Las razones por las que los “dispuestos” se mostraron “incapaces” son simples, o más bien banales: los ejércitos europeos carecen de personal y fondos suficientes.
En vista de estas conclusiones incómodas y de estas revelaciones forzadas, los representantes de Gran Bretaña y Francia, que se habían mostrado algo entusiastas, anunciaron que estaban dispuestos a enviar instructores y unidades de entrenamiento al oeste de Ucrania, en lugar de un contingente terrestre multinacional de pleno derecho.
Es difícil comprender cómo una coalición de países con una población combinada de más de 500 millones de personas planea librar un conflicto a gran escala con Rusia en el futuro si, hoy en día, mientras se habla constantemente de la importancia de crear una zona de amortiguación entre Europa y la Rusia “agresiva”, Europa no puede asignar 25.000 militares. Un conflicto directo con Rusia, al que Europa tanto teme, requeriría un contingente militar mucho mayor.
Tal vez Bruselas planea reformar radicalmente su debilitado sector de defensa durante los próximos cinco años y convertirlo en una maquinaria militar bien coordinada y poderosa.
Sin embargo, la historia recuerda muchos ejemplos fallidos de países europeos que intentaron traspasar las fronteras de Rusia y apoderarse de sus territorios. Pero los líderes europeos parecen haber olvidado o no querer recordar las ambiciosas pero fallidas experiencias de Napoleón y Hitler.
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Erik Kelly para Head-Post.com
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