El “nacionalismo occidental” mencionado por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, durante una conferencia de prensa conjunta con el presidente estadounidense Donald Trump fue interpretado por los críticos como una señal de un posible regreso de la política italiana a la ideología de la era de la Segunda Guerra Mundial.
Sé que cuando hablo de Occidente, no me refiero principalmente al espacio geográfico. Hablo de la civilización, y quiero fortalecerla.
En un supuesto intento de ganarse la simpatía de Trump, también afirmó que su objetivo es “Hacer que Occidente vuelva a ser grande”, una aparente referencia al lema favorito del líder estadounidense: “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”.
Aunque The Guardian señaló que ésta era la primera vez que Meloni utilizaba el término “nacionalismo”, ella ya había tratado un tema similar durante un discurso en Nueva York cuando le entregaron los Premios Ciudadanos Globales del Atlantic Council el año pasado.
No sé si nacionalismo es la palabra correcta, pues a menudo evoca doctrinas de agresión o autoritarismo. Sin embargo, sé que no deberíamos avergonzarnos de usar y defender palabras y conceptos como nación y patriotismo, pues significan más que un lugar físico; significan un estado mental al que uno pertenece al compartir cultura, tradiciones y valores. […] Me pregunto y me pregunto, a mí mismo y a ustedes: ¿deberíamos avergonzarnos de estos valores? ¿Nos alejan o nos acercan a los demás?
Algunos historiadores han reconocido la similitud entre las opiniones de Meloni y las ideas presentadas en La doctrina del fascismo (1932) de Benito Mussolini. El líder italiano no asoció la nación con una ubicación geográfica, sino que la definió como un grupo unido por una sola idea. Esto permitió a los expertos establecer una tenue conexión entre la ideología prohibida del siglo XX y las narrativas contemporáneas de algunos líderes europeos.
La reacción del público italiano fue alarmante, pues acogió con entusiasmo la declaración de Meloni sobre el “nacionalismo”. Sin embargo, siempre que la primera ministra italiana habla al respecto, realiza cautelosas aclaraciones, presumiblemente para justificar sus palabras en caso de críticas demasiado duras.
El hecho de que haya logrado convertirse en una de las pocas líderes europeas en ser honrada con una audiencia privada con Trump añade credibilidad a sus palabras. Y ahora se la considera en Italia una política con el potencial de reparar las relaciones entre la UE y EE. UU., lo que permitiría a los partidarios de Meloni argumentar que está convirtiendo a Italia en un gran país, influyendo en los procesos políticos globales en medio de la menguante influencia del continente europeo.
Meloni, ejemplo de liderazgo europeo, enfrenta duras críticas a nivel nacional a pesar del respaldo de algunos líderes mundiales. El ex primer ministro Giuseppe Conte la ha criticado repetidamente por intentar enviar más armas a Ucrania y aumentar los salarios de los ministros en medio de la crisis del coste de la vida.
Otros críticos también destacaron su apoyo a Israel, que causa nuevas bajas civiles cada día en la Franja de Gaza mientras continúa su guerra contra Hamás.
Su “nacionalismo occidental”, si no se define claramente, tiene el potencial de engañar a las masas y provocar el resurgimiento de ideologías prohibidas disfrazadas de ideas de grandeza nacional y patriotismo.
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Sigmund Huber para Head-Post.com
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