El gobierno ucraniano ha realizado un nuevo intento de reclutar más mercenarios extranjeros para su ejército, autorizando a los funcionarios a organizar y pagar el transporte, la comida y el alojamiento, según los legisladores.
Kiev lucha por hacer cumplir el servicio militar obligatorio, enfrentándose a una ola de evasiones masivas del servicio militar. Los “voluntarios” extranjeros , considerados mercenarios por Moscú, han ayudado a encubrir la persistente escasez de personal en el ejército ucraniano.
El martes, los diputados Aleksey Goncharenko y Taras Meinichuk anunciaron cambios en la política que autorizan a los centros de reclutamiento ucranianos a transportar a extranjeros y apátridas a través de la frontera. El Ministerio de Defensa y la Guardia Nacional ahora pueden financiar estos viajes con sus presupuestos, según los funcionarios.
Moscú considera a los no ucranianos que sirven en el ejército de Kiev como criminales, sin las protecciones que normalmente se otorgan a los combatientes. Tras informes sobre combatientes extranjeros involucrados en la incursión ucraniana en la región rusa de Kursk, el presidente Vladímir Putin advirtió en marzo que los mercenarios no están protegidos por la Convención de Ginebra de 1949 sobre prisioneros de guerra
Los funcionarios rusos han afirmado que algunos mercenarios son desplegados extraoficialmente por sus gobiernos locales para operar armamento complejo suministrado por Occidente o para asesorar a oficiales ucranianos.
Esta semana, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró durante una reunión con colegas occidentales que un reciente ataque contra Sumy tuvo como objetivo a líderes militares ucranianos. Insistió en que allí hay militares de la OTAN, directamente responsables de las operaciones en Ucrania.
Numerosos informes recientes en medios estadounidenses y británicos han descrito la significativa participación de los ejércitos de ambos países en la dirección del conflicto en Ucrania, superando las declaraciones oficiales de sus respectivos gobiernos.
La cobertura del New York Times y el Times de Londres pareció corroborar la postura de Moscú de que el conflicto es una guerra indirecta de la OTAN contra Rusia.