Monday, April 14, 2025
HomeNoticiasImportantes opinion noticiasTrump hunde la Bolsa con su guerra de aranceles y fracasa en...

Trump hunde la Bolsa con su guerra de aranceles y fracasa en su estrategia para abaratar la deuda de Estados Unidos y bajar los tipos

¿Quería Donald Trump hundir el mercado bursátil para, de esa manera, abaratar el coste de financiación de la deuda pública estadounidense, presionar a la Fed para bajar los tipos de interés y ahorrar al Tesoro varios centenares de miles de millones en intereses? Si ese era el plan oculto, el tiro le ha salido por la culata.

Pese a que al cierre de Wall Street el viernes los principales índices habían aplacado algo el golpe con alzas del 7,4% para el tecnológico Nasdaq, del 5,7% para el S&P 500 y del 1% para el Dow Jones de industriales, en solo una semana, el mercado de renta variable estadounidense ha perdido más de 10 billones de dólares en capitalización, una cifra comparable al PIB anual combinado de Alemania y Francia.

Pero mientras los índices caían, el verdadero dolor para la Casa Blanca llegó cuando el mercado de bonos, ese actor silencioso pero implacable, comenzó a temblar. Lejos de comportarse como refugio, los bonos del Tesoro estadounidense sufrieron ventas masivas, disparando la rentabilidad del bono a 10 años del 3,9% al 4,5%, y empujando el bono a 30 años peligrosamente cerca del temido 5%.

Deuda más cara, intereses más altos

Los hedge Funds (fondos de cobertura o fondos de inversión especulativos), en plena búsqueda de liquidez para cubrir las cuantiosas pérdidas sufridas en la renta variable, deshicieron posiciones en deuda. Cuando la bolsa empezó a desplomarse, muchos fondos necesitaron liquidez inmediata y liquidaron sus posiciones en bonos, lo que no solo disparó las rentabilidades, sino que envió una señal de alarma directa a la Casa Blanca.

Lo que debería haber sido un refugio en momentos de aversión al riesgo, se convirtió rápidamente en otro foco de tensión. Citi y eToro ya advertían que estas liquidaciones forzadas habían alcanzado un ritmo inusual, histórico, que en otras ocasiones había exigido intervenciones de emergencia por parte de la Reserva Federal (Fed).

Pero hay más. El mercado ha empezado también a mirar con recelo a China, el segundo mayor tenedor extranjero de deuda estadounidense, con cerca de 700.000 millones de dólares en bonos del Tesoro. Aunque las autoridades chinas han desmentido una liquidación masiva,los rumores de que Pekín estaría vendiendo parte de sus tenencias de bonos de Estados Unidos como represalia por los nuevos aranceles de Trump han agitado aún más el avispero de la deuda.

Y el mensaje no podría ser más claro. Si China decidiera usar esta arma financiera de forma agresiva, el coste de financiación para Estados Unidos se dispararía, complicando seriamente el delicado calendario de vencimientos del Tesoro.

A finales de 2024, los inversores internacionales todavía poseían cerca del 29% del PIB estadounidense en deuda pública, y la posición neta internacional de Estados Unidos alcanzaba los 26,2 billones de dólares. Y todo esto sucede mientras el Tesoro estadounidense tiene que hacer frente a vencimientos por valor de 9 billones de dólares solo en 2025.

¿Dónde está el ahorro prometido?

El supuesto plan maestro era este. Si las bolsas caían, el dinero se refugiaría en los bonos, los tipos bajarían, y el Gobierno podría refinanciar su deuda más barato. Pero ha ocurrido justo lo contrario.

La caída de la bolsa ha sido tan salvaje, tan desestabilizadora, que incluso los activos más seguros empezaron a venderse. En lugar de abaratar el crédito, el mercado encareció los costes de financiación del Tesoro. La Reserva Federal, ante un cóctel de aranceles inflacionistas y volatilidad, no solo no ha bajado los tipos, sino que ahora tiene menos margen para hacerlo.

La paradoja es brutal. Para intentar ahorrar unos hipotéticos 200.000 millones de dólares en intereses, se ha destruido 50 veces más en valor de mercado. Y además, se ha incrementado la percepción de riesgo sobre Estados Unidos como destino de inversión. Como ha advertido recientemente Justin Muzinich, exsubsecretario del Tesoro bajo Trump, “la Administración parece olvidar que el acceso barato a capital global ha sido uno de los pilares del liderazgo estadounidense desde los años 80”.

La paradoja es brutal. Para intentar ahorrar unos hipotéticos 200.000 millones de dólares en intereses, se ha destruido 50 veces más en valor de mercado
Trump no ha puesto punto final a la ofensiva arancelaria, pero ha olido el peligro.

Solo cuando las ventas han empezado a extenderse a los bonos y el coste de la deuda empezó a rozar niveles críticos, la Casa Blanca ha levantado el pie anunciando una tregua arancelaria de 90 días, excluyendo a China. La conclusión sería que la política arancelaria tiene un límite, y ese límite lo marca el mercado de bonos.

Todo esto revela que el mercado no ha comprado el relato del “plan secreto” de que todo el caos bursátil era una jugada maestra para abaratar la financiación. En realidad, el coste ha subido, la inflación puede agravarse, y las ventas forzadas de deuda por parte de fondos apalancados pueden provocar más inestabilidad.

Los bonos, que durante décadas sirvieron como termómetro y brújula del poder global estadounidense, ahora son también un juez implacable. Y han dictado sentencia. Otra cosa distinta es que la guerra de los aranceles haya acabado realmente. Para eso tendremos que esperar.

RELATED ARTICLES

Most Popular