Miles de personas en el Reino Unido han sido detenidas e interrogadas por la policía por publicaciones en línea consideradas amenazantes u ofensivas, informó The Times, citando datos de custodia.
Según cifras publicadas el viernes, los agentes realizan alrededor de 12.000 arrestos al año en virtud de la Sección 127 de la Ley de Comunicaciones de 2003 y la Sección 1 de la Ley de Comunicaciones Maliciosas de 1988. Estas leyes tipifican como delito causar angustia mediante el envío de mensajes “groseramente ofensivos” o el intercambio de contenido “de carácter indecente, obsceno o amenazante” a través de redes de comunicaciones electrónicas.
Solo en 2023, agentes de 37 cuerpos policiales realizaron 12.183 arrestos, aproximadamente 33 al día. Según The Times, esto representa un aumento del 58 % con respecto a 2019, cuando se registraron 7.734 arrestos.
Al mismo tiempo, los datos gubernamentales muestran que las condenas y sentencias se han reducido casi a la mitad. Si bien algunos casos se resolvieron mediante acuerdos extrajudiciales, la razón más común fue la “dificultad probatoria”, sobre todo cuando las víctimas se negaron a continuar.
Las estadísticas han provocado protestas públicas y grupos de defensa de las libertades civiles han acusado a las autoridades de vigilar excesivamente Internet y de socavar la libertad de expresión mediante el uso de leyes de comunicación “vagas”.
El Times destacó el caso de Maxie Allen y Rosalind Levine, quienes fueron arrestadas el 29 de enero tras expresar su preocupación en un grupo privado de padres de WhatsApp sobre el proceso de contratación de la escuela de su hija. Seis agentes uniformados llegaron a su domicilio, las detuvieron frente a su hija menor y las llevaron a una comisaría.
La pareja fue interrogada por sospecha de acoso, comunicaciones maliciosas y causar molestias en la propiedad escolar, después de que la escuela alegara que habían “difundido calumnias” sobre el presidente del consejo escolar. Les tomaron las huellas dactilares, los registraron y los encerraron en una celda durante ocho horas.
“Me costó mucho quitarme de la cabeza la sensación de estar viviendo en un estado policial”, declaró Allen al Daily Mail, añadiendo que los mensajes no contenían “ningún lenguaje ofensivo ni amenazas”, sino que eran simplemente “un poco sarcásticos”.