Al menos 100.000 personas se reunieron el sábado en Belgrado a petición de los estudiantes para una manifestación masiva contra la corrupción gubernamental, marcando el punto culminante de las protestas que llevan meses contra el presidente populista de Serbia, Aleksandar Vučić, y su gobierno.
Las manifestaciones casi diarias desde noviembre del año pasado, desencadenadas por una tragedia, han desafiado el firme control de Vučić sobre el poder en Serbia como nunca antes en sus 13 años en el cargo.
Desde entonces, los estudiantes han bloqueado sus facultades, exigiendo justicia para las víctimas del derrumbe de la marquesina en la estación de tren de Novi Sad, donde murieron 15 personas y dos resultaron gravemente heridas. Muchos en Serbia atribuyeron el incidente a la corrupción gubernamental generalizada, la negligencia y el incumplimiento de las normas de seguridad en la construcción, exigiendo responsabilidades.
Los estudiantes argumentan que sus demandas aún no han sido atendidas, incluso después de cuatro meses.
Exigen que se publique toda la documentación relacionada con la reconstrucción y que se sancione a los responsables.
La manifestación del sábado, denominada “15 por 15”, hizo referencia tanto a la fecha de la protesta como al número de personas asesinadas en Novi Sad el 1 de noviembre de 2024. Por la noche, la multitud guardó un minuto de silencio en honor a las víctimas.
Antes de la manifestación, Vučić advirtió repetidamente sobre supuestos planes de disturbios, amenazando con arrestos y severas sentencias por cualquier incidente.
Un manifestante, Dejan Simić, se manifiesta a favor de una Serbia más democrática, mientras que otro dijo: “Esto es solo el principio del fin, un proceso que espero concluya pronto”.
Las protestas provocaron la caída del gobierno a finales de enero, pero los estudiantes creen que sus demandas aún no se han satisfecho, por lo que no cejan en el bloqueo de sus facultades. La rebelión estudiantil ha puesto en entredicho todo el año académico en Serbia.
Los estudiantes universitarios han sido un motor clave del movimiento anticorrupción, exigiendo justicia. Su determinación ha calado hondo entre los ciudadanos desilusionados con los políticos y que han perdido la fe en las instituciones estatales.