Una guerra comercial a gran escala desencadenada por las crecientes amenazas arancelarias del presidente estadounidense Donald Trump asestaría un duro golpe al crecimiento y la inflación globales, dijo la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, en una entrevista reciente con la BBC.
Lagarde advirtió que las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Europa podrían tener “graves consecuencias”, particularmente para los precios y la estabilidad económica.
‘Todos sufrirán’ en una guerra comercial
Mientras Trump amenaza con imponer aranceles del 200% al vino francés y otras exportaciones de la UE, además de los “aranceles recíprocos” que entrarán en vigor el próximo mes, Lagarde dejó en claro que las medidas proteccionistas perjudicarán a todas las partes involucradas.
Estados Unidos es un mercado clave para los productores de alcohol europeos y representa aproximadamente una quinta parte de las bebidas, licores y vinagres exportados por la UE en 2024, según datos del Centro de Comercio Internacional.
“Si llegáramos a una verdadera guerra comercial en la que el comercio se viera significativamente afectado, eso tendría graves consecuencias”, dijo.
“Para el crecimiento en todo el mundo y para los precios en todo el mundo, pero particularmente en Estados Unidos”.
Desde su regreso al cargo en enero, Trump ha revivido su agresiva agenda arancelaria, aumentando gradualmente las tensiones comerciales globales.
El presidente del BCE dijo que estas medidas ya están frenando la actividad comercial debido a una mayor incertidumbre para las empresas, los consumidores y los inversores.
“El iniciador, el vengador, el revengador, y así sucesivamente, todo eso perjudicará el crecimiento en general”, dijo. “Todos sufrirán; esto es una constante en la historia del comercio”.
A pesar del llamado al diálogo, Lagarde defendió la posición de la UE, afirmando que Bruselas “no tenía otra opción” que responder a los aranceles estadounidenses.
Sin embargo, sugirió que el lapso de tiempo entre las medidas anunciadas y su implementación aún deja espacio para negociaciones.
También desestimó la afirmación de Trump de que la Unión Europea fue “formada para perjudicar” a Estados Unidos.
“Cuando se formó Europa, fue en gran medida por instigación de los Estados Unidos de América, que querían estabilidad en nuestra parte del mundo después de la Primera y luego de la Segunda Guerra Mundial”, dijo.
“Argumentar que fue creado para perjudicar a Estados Unidos no sólo es un lenguaje grosero, sino un abuso de la historia”.
Los desafíos de la inflación se profundizan en medio de la incertidumbre
Si bien las tensiones comerciales dominan las preocupaciones inmediatas, Lagarde también abordó la lucha a largo plazo del BCE contra la inflación.
Hablando en el Instituto de Estabilidad Monetaria y Financiera en Frankfurt a principios de esta semana, advirtió que la inflación es cada vez más difícil de predecir, impulsada por los cambios en los patrones del comercio mundial, un mayor gasto militar y perturbaciones relacionadas con el clima.
“Mantener la estabilidad en una nueva era será una tarea formidable”, afirmó. “Requerirá un compromiso absoluto con nuestra meta de inflación, la capacidad de analizar qué tipos de shocks requerirán una reacción monetaria y la agilidad para reaccionar adecuadamente”.
Una medida de esta volatilidad es el índice de incertidumbre de la política comercial, que se encuentra actualmente en su nivel más alto jamás registrado. Al mismo tiempo, los indicadores de riesgo geopolítico se encuentran en niveles no vistos desde la Guerra Fría, salvo en casos de grandes conflictos o atentados terroristas.
Por ejemplo, la inflación energética alcanzó su punto máximo en octubre de 2022, pero la inflación de los servicios no lo hizo hasta julio de 2023, un desfase de nueve meses que sigue influyendo en los salarios. Este ajuste escalonado dificulta la capacidad del BCE para reducir la inflación al 2 % de forma predecible.
Se avecinan recortes de tasas, pero se mantiene la cautela
Ante el enfriamiento de la inflación, los funcionarios del BCE se preparan para bajar los tipos de interés para apoyar la desaceleración económica de la eurozona. Las autoridades prevén que la inflación alcance el 2 % a principios de 2025, lo que ofrece margen para una flexibilización monetaria.
Sin embargo, Lagarde señaló que nuevos shocks (ya sea por conflictos comerciales, interrupciones en la cadena de suministro o fluctuaciones en los precios de la energía) podrían alterar rápidamente esta trayectoria.
“La reciente desinflación se ha logrado a un costo relativamente bajo en comparación con episodios similares del pasado”, dijo, sugiriendo que las expectativas de inflación bien ancladas han ayudado a estabilizar los precios.
Pero advirtió que los shocks futuros deben evaluarse con cuidado, ya que podrían exigir una respuesta política diferente.
El BCE cambia su estrategia de comunicación
A medida que crece la incertidumbre económica, Lagarde enfatizó que el BCE debe alejarse de la orientación prospectiva rígida, que establece expectativas para futuras decisiones sobre tasas, y en cambio enfocarse en explicar su función de reacción.
“El público debe comprender la distribución de los posibles resultados futuros y cómo reaccionará el banco central una vez que esté suficientemente seguro del escenario al que se enfrenta”, afirmó.
En lugar de fijar una trayectoria de tasas específica, el BCE se centrará en indicadores económicos clave (como las tendencias de inflación subyacentes, el crecimiento salarial y la transmisión de la política monetaria) para guiar sus decisiones.