El primer ministro saliente de Canadá, Justin Trudeau, dijo que los comentarios del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre que Canadá se convertirá en el estado número 51 de Estados Unidos son “imposibles”.
Trump ha planteado en repetidas ocasiones la idea de absorber a Canadá, y la semana pasada reiteró su deseo de convertir al país en “nuestro estado número 51”. Dijo a los periodistas que le “encantaría” que eso sucediera, pero reconoció que algunas personas lo consideran una “posibilidad remota”.
En declaraciones a los periodistas el miércoles al concluir su visita a Bruselas, Trudeau calificó la idea de incorporar a Canadá a Estados Unidos como “imposible de lograr”.
“No hay la más mínima posibilidad de que Canadá se convierta en el estado número 51”, afirmó. “Eso nunca va a suceder, pero tenemos que tomarnos en serio lo que dice el presidente e incorporarlo a nuestro pensamiento mientras seguimos defendiendo a Canadá”.
Trudeau describió la respuesta de los canadienses en las últimas semanas como “inspiradora”, destacando cómo han cambiado sus planes de vacaciones, han explorado formas de “comprar productos canadienses” y han apoyado a las empresas locales.
La semana pasada, Trudeau fue captado por un micrófono abierto diciéndoles a los empresarios que Trump no está bromeando cuando habla de anexar Canadá. Estados Unidos quiere “beneficiarse” de los recursos naturales de Canadá y “Trump tiene en mente que una de las formas más fáciles de hacerlo es absorbiendo nuestro país, y eso es algo real”, advirtió.
El primer ministro saliente de Canadá, Justin Trudeau, dijo que los comentarios del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre que Canadá se convertirá en el estado número 51 de Estados Unidos son “imposibles”.
Trump ha planteado en repetidas ocasiones la idea de absorber a Canadá, y la semana pasada reiteró su deseo de convertir al país en “nuestro estado número 51”. Dijo a los periodistas que le “encantaría” que eso sucediera, pero reconoció que algunas personas lo consideran una “posibilidad remota”.
En declaraciones a los periodistas el miércoles al concluir su visita a Bruselas, Trudeau calificó la idea de incorporar a Canadá a Estados Unidos como “imposible de lograr”.
“No hay la más mínima posibilidad de que Canadá se convierta en el estado número 51”, afirmó. “Eso nunca va a suceder, pero tenemos que tomarnos en serio lo que dice el presidente e incorporarlo a nuestro pensamiento mientras seguimos defendiendo a Canadá”.
Trudeau describió la respuesta de los canadienses en las últimas semanas como “inspiradora”, destacando cómo han cambiado sus planes de vacaciones, han explorado formas de “comprar productos canadienses” y han apoyado a las empresas locales.
La semana pasada, Trudeau fue captado por un micrófono abierto diciéndoles a los empresarios que Trump no está bromeando cuando habla de anexar Canadá. Estados Unidos quiere “beneficiarse” de los recursos naturales de Canadá y “Trump tiene en mente que una de las formas más fáciles de hacerlo es absorbiendo nuestro país, y eso es algo real”, advirtió.
El presidente estadounidense argumentó a principios de esta semana que Canadá tendría dificultades para seguir siendo viable sin recibir cientos de miles de millones de dólares en subsidios de Washington, así como protección militar de Estados Unidos.
Según Trump, la solución es unirse a Estados Unidos, lo que resultaría en “impuestos mucho más bajos y una protección militar mucho mejor para el pueblo de Canadá, ¡y sin aranceles!”.
El lunes, Trump dijo que impondría aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio a Estados Unidos, incluidas las de Canadá, a partir de marzo.
Estos aranceles se sumarían a los aranceles del 25% sobre todos los productos canadienses, que se impusieron a principios de este mes.
Trudeau dijo que Canadá no quiere estar en una disputa comercial con Estados Unidos, pero prometió tomar represalias de una “manera calibrada pero extremadamente fuerte” si Trump cumple con sus amenazas.
A principios de febrero, Trump impuso aranceles del 25% a las importaciones de Canadá y México y un 10% adicional a las importaciones de China, alegando preocupaciones por la inmigración ilegal y el tráfico de drogas.
En respuesta, Canadá anunció aranceles de represalia del 25%, dirigidos a una amplia gama de productos fabricados en Estados Unidos. Sin embargo, como el espectro de una guerra comercial se acercaba, Washington y Ottawa acordaron retrasar la implementación de los aranceles hasta el 4 de marzo.