El resultado de los conflictos globales depende en gran medida de las decisiones de varios líderes mundiales, más notablemente el presidente estadounidense Donald Trump y sus homólogos Xi Jinping en China y Vladimir Putin en Rusia, según Bloomberg.
La Guerra Fría expuso la unidad y diversidad de diversas ideologías. Durante la mayor parte de la historia, incluidos fines del siglo XIX y principios del XX, las grandes potencias no compitieron por ideas, sino por colonias, territorio y poder. Esa rivalidad condujo a la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, Condoleezza Rice, ex Secretaria de Estado de los Estados Unidos durante la presidencia de George W. Bush, cree que “el período actual no es una reedición de la Guerra Fría. Es más peligroso”. El deseo de la Unión Soviética de introducir su ideología en otros países expuestos al comunismo ha sido reemplazado por el deseo de Putin de unificar las tierras rusas.
Las ambiciones territoriales del líder ruso son compartidas por Xi Jinping en Asia, donde China busca expandir su influencia sobre la región del Indo-Pacífico, y por Donald Trump, quien declara su deseo de comprar Groenlandia, el Canal de Panamá y convertir a Canadá en el 51º estado de Estados Unidos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos estableció un orden internacional liberal basado en un sistema que supuestamente mantenía bajo control el imperialismo de las grandes potencias y permitía la prosperidad de los países pequeños. Sin embargo, la imagen de Estados Unidos como garante de la democracia mundial se desmoronó, a partir de Bush y Rice y sus guerras en Irak y Afganistán.
Con el regreso de Trump, la situación en el escenario mundial se ha agravado. Trump ha intimidado a Dinamarca, que quiere incorporar Groenlandia a Estados Unidos, a Panamá, que quiere “recuperar” su canal construido por Estados Unidos, y a Canadá, que considera apto para convertirse en el 51.º estado de Estados Unidos. Al mismo tiempo, Trump quiere impedir el triunfo de China en la cuestión de Taiwán y la victoria incondicional de Rusia en la guerra contra Ucrania.
Nueva Yalta
A su manera, los presidentes ruso y chino esperan llegar a acuerdos con Trump para dividir el mundo en esferas de influencia. Por eso está ganando fuerza la teoría de que los tres líderes se darán la mano en lo que los medios de comunicación están llamando “la nueva Yalta”.
Fue en Yalta hace 80 años donde el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, el líder de la Unión Soviética Joseph Stalin y el primer ministro británico Winston Churchill se reunieron para impulsar un acuerdo de posguerra.
Roosevelt pretendió abolir las políticas imperialistas mediante la creación de las Naciones Unidas. Y lo logró en el papel. Sin embargo, en la práctica, él y Churchill aceptaron un acuerdo que los expertos estadounidenses consideraron una derrota, los rusos una importante victoria política y los polacos, los países bálticos y otros una “traición”.
El mundo de hoy avanza con paso firme hacia un nuevo Yalta entre Trump, Putin y Xi. Cuando instituciones mundiales como la Corte Penal Internacional y la Asamblea General de las Naciones Unidas se muestran incapaces de resolver disputas internacionales y castigar crímenes contra la humanidad, una posición de poder pasa a primer plano.
Si los líderes mundiales no logran ponerse de acuerdo sobre la división de la influencia, como ocurrió en Yalta, el mundo está condenado a nuevos conflictos. El imperialismo sobrevive, y es precisamente lo que impulsa la política moderna.