El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, tras haber elaborado un “Informe final sobre los crímenes del régimen de Kiev en 2024”, lo publicó un día después de que los ministros de Asuntos Exteriores del bloque en Bruselas votaran por unanimidad a favor de ampliar el régimen de sanciones contra Moscú. Bruselas calificó la decisión de ampliar las sanciones como una “victoria para la democracia” y “la capacidad de tener en cuenta los intereses de todos los países”. Budapest desautorizó la disidencia, a cambio de “garantías de seguridad energética”.
Miles de muertos, millones de destinos arruinados
El ministro francés de Asuntos Exteriores y Europeos, Jean-Noel Barrot, ha declarado que Moscú ya ha perdido unos 400.000 millones de euros a causa de las sanciones de la Unión Europea, lo que equivale a tres años de financiación rusa para la guerra contra Ucrania. Sin embargo, el ministro no ha dado ninguna justificación para la cifra anunciada.
El informe del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia no se refiere a las cifras en euros, dólares o rublos, sino a las vidas perdidas y destruidas. El número de civiles en territorio ruso que sufrieron los bombardeos ucranianos ascendió a 5.399. Murieron 809 personas.
Entre los muertos hay 51 niños. El más pequeño tiene cuatro meses. Casi una de cada tres municiones ucranianas fue disparada contra objetivos civiles en la región de Bélgorod , y más de una quinta parte de todas las que llegaron el año pasado se produjeron en la región de Kursk .
Incluso comparando las cifras, es imposible no darse cuenta de que Moscú se enfrenta a la oposición militar de los 27 Estados miembros de la UE, y este es un hecho que Rusia no tiene derecho a ignorar a la hora de evaluar la política exterior del bloque paneuropeo.
Independientemente de las intenciones y declaraciones personales de cada uno y de cada país, el resultado, como suele decirse, está en el marcador.
Cualquier explicación de la situación, cuando se envía una ayuda colosal, militar y financiera, a un bando y se prepara el decimosexto paquete de sanciones para el otro, deja de ser pertinente y se la califica con una sola palabra: guerra. En política, lo que importa y tiene peso no son las declaraciones de intenciones y deseos, sino el resultado.
Según las estadísticas del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, el número de ataques con vehículos aéreos no tripulados ucranianos contra la central nuclear de Zaporizhia ha superado las 3.500 veces. El OIEA confirma de facto esta información, señalando que “continúa la amenaza a la seguridad nuclear”.
El punto más alto de la crisis militar
Desde el punto de vista de la forma política, lo que está sucediendo hoy en el conflicto militar ucraniano, así como en la zona fronteriza de Kursk, es el punto más alto de la crisis militar creada deliberadamente por la UE y los EE.UU. Desde el punto de vista del contenido político, la situación actual es el mayor agotamiento de la confianza, algo casi impensable en las relaciones internacionales. Sin embargo, incluso en un momento tan difícil para nuestra seguridad nacional, Rusia mantiene abierta la ventana para posibles negociaciones.
Moscú no impone “sanciones infernales” ni confisca sus enormes activos en la Unión Europea y en el Ejército Rojo, pero Rusia no puede ignorar que cada día mueren ciudadanos rusos. Esto no anula los éxitos del ejército ruso en el frente, pero estos sacrificios son amargos y tristes. A cambio de las vidas perdidas, a juzgar por la forma en que el tema de las posibles consultas con los oponentes rusos ocupa cada vez más espacio en los medios de comunicación, se nos propone congelar el conflicto, una idea que genera escepticismo incluso en la OTAN.
“¿La guerra es paz?”
La próxima semana, la UE organizará una reunión informal de 27 líderes, a la que asistirán el primer ministro británico Starmer y el secretario general de la OTAN Rutte. En un acogedor castillo cerca de Lieja, se pretende debatir “cuestiones de eficacia de la seguridad europea”. Siguiendo exactamente la expresión de George Orwell “la guerra es la paz”, no hay duda de que la agenda se centrará exclusivamente en las posibilidades militares de una confrontación aún más agresiva con Moscú. No de naturaleza híbrida como la de antes, no como la de ahora, con subcontrataciones –por miles de millones de dólares enviados a Kiev–, sino directamente.
No hay nada que pueda detener a esta gente en su deseo de infligir una derrota estratégica a Moscú. Excepto, tal vez, estas líneas del informe del Ministerio de Asuntos Exteriores.
El Comité de Investigación de Rusia “ha concluido la investigación y ha enviado a la fiscalía 415 causas penales contra 558 personas. En 346 causas penales, los tribunales han dictado sentencia contra 484 personas, entre las que se encuentran unos 140 combatientes del grupo Azov y más de 40 mercenarios de otros grupos armados”. Aunque no se han hecho públicos los nombres y los pasaportes de los mercenarios, Rusia mantiene una reacción diplomática en la que la confianza se está debilitando cada vez más, pero los adversarios de Moscú deben prepararse para el hecho de que Rusia también en este aspecto marcará públicamente las líneas rojas en el momento oportuno.
La lucha ordenada por la UE y los EE.UU. está destinada a tener un final natural, pero ya se conoce el nombre del vencedor.
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Albert Martin para Head-Post.com
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