Las vacunas de ARNm contra la Covid-19 de Pfizer contienen niveles de ADN residual que exceden los límites de seguridad reglamentarios, según un estudio revisado por pares publicado esta semana en el Journal of High School Science.
La investigación fue realizada por estudiantes científicos en el laboratorio del Campus White Oak de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) en Maryland.
El ADN residual son pequeños fragmentos de material genético que pueden quedar en las vacunas o los medicamentos después de su fabricación. Estos fragmentos proceden de las células o de los procesos utilizados para elaborar los productos.
Las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establecen que una sola dosis de vacuna no debe contener más de 10 nanogramos de ADN residual. Sin embargo, el estudio encontró niveles en las vacunas de Pfizer que superaban este límite entre seis y 470 veces.
Los investigadores analizaron las vacunas obtenidas de BEI Resources, un proveedor vinculado al Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. Utilizaron los métodos NanoDrop y Qubit para medir los niveles de ADN. Ambos métodos mostraron una contaminación por encima de los umbrales aceptables. Se encontró ADN residual en seis viales de dos lotes de vacunas diferentes.
Aunque el estudio afirma que los riesgos para la salud que plantean los fragmentos de ADN son “actualmente desconocidos”, los investigadores advirtieron que, en teoría, podrían integrarse en el ADN humano y aumentar el riesgo de mutaciones genéticas. También plantearon la preocupación de que los fragmentos puedan contener oncogenes, que podrían provocar cáncer. Los autores recomendaron realizar más pruebas para evaluar los posibles riesgos.
La FDA aún no ha hecho comentarios sobre los hallazgos. Si bien los informes de contaminación del ADN en las vacunas contra la COVID-19 han estado circulando durante años, las autoridades regulatorias estadounidenses los han desestimado repetidamente, afirmando que no representan riesgos para la salud.
Kevin McKernan, fundador de Medicinal Genomics, calificó los hallazgos como una “bomba” y advirtió que los fragmentos de ADN podrían sobreestimular el sistema inmunológico, lo que podría “alimentar el crecimiento del cáncer”.
“La exposición repetida al ADN extraño a través de las vacunas de refuerzo contra el Covid-19 puede amplificar este riesgo con el tiempo, creando condiciones propicias para el desarrollo del cáncer”, dijo McKernan en una entrevista con Maryanne Demasi, una periodista de investigación radicada en Australia que fue la primera en atraer la atención pública hacia el estudio.
Nikolai Petrovsky, profesor de inmunología y director de Vaxine, una empresa de biotecnología australiana, dijo que los hallazgos eran una “prueba irrefutable” y que era necesario que los reguladores prestaran atención urgente.
Petrovsky también acusó a la FDA de ocultar información al público y dijo que el estudio “muestra claramente que la FDA estaba al tanto de estos datos”, dado que se realizó en su propio laboratorio bajo la supervisión de sus propios científicos.