No se va a explicar nada nuevo para la Unión Europea en 2025. Todos tenemos grandes propósitos y con el bloque comunitario no iba a ser menos, pero sobre todo hereda retos que tiene afrontar cada vez con más urgencia.
“Hay que tomar decisiones”, apuntan varias fuentes comunitarias consultadas por 20minutos, siguiendo la línea por ejemplo de la presidenta del Parlamento Europeo hace solo una semana: “Hemos hecho mucho, pero tenemos que hacer más. El año que viene tenemos que dar un paso adelante”. El año que entra está lleno de retos para Europa y será su resultado el que dibuje su papel ante EEUU y China.
De las reformas internas al lugar que ocupe en el mundo. ¿Qué deberes tiene en agenda la Unión Europea para el año que ahora empieza?
Un cambio de paradigma a nivel interno
La UE quiere entender el nuevo mundo, pero sobre todo tiene que aprovechar el 2025 para adaptarse a él. Hablar de un cambio en los Tratados parece imposible, pero eso no quiere decir “que el actual no se pueda ensanchar”, repiten en Bruselas, alegando por ejemplo que “durante la pandemia la Unión apenas tenía competencias en Sanidad y se encontraron”.
Eso puede pasar durante los próximos meses para temas como la energía, la inversión militar o las ayudas a empresas. Esa reforma de los apoyos a los Estados miembros es una cuenta pendiente, igual que una menor presencia de la unanimidad en la toma de decisiones. “Se trata de ganar agilidad”, recalcan las fuentes.
En ese cambio de modelo interno el informe Draghi es un aviso a navegantes. El nuevo “todo lo que sea necesario” del que fuera presidente del Banco Central Europeo incluye el mensaje más importante de todos, aunque suene genérico: la UE tiene que afrontar “cambios radicales” porque si no lo hace corre el riesgo de “perder su razón de ser” en un escenario feroz,cada vez más competitivo frente a Estados Unidos y China.
Tiene margen Draghi en el informe para hacer críticas concretas, e incluso sorprendentes. “Con esta legislación que nos hemos dado, en realidad estamos siendo contraproducentes, estamos matando a nuestras empresas”, expone.
Precisamente ante Washington y Pekín la Unión va tarde, y por eso Draghi alerta de que se necesita “un aumento masivo” de la inversión para cerrar la brecha que existe respecto a los dos competidores principales en materia industrial. Ahora mismo la UE es mucho menos competitiva de lo que debería.
“La única manera de ser más productivos es que Europa cambie radicalmente”, señala el ‘gurú’ italiano en su informe. El cálculo que hace es que esa inversión tiene que ascender a los 800.000 millones de euros anuales.
Trump 2.0 y lo aprendido en el pasado
Con la mirada larga se puede ver como una oportunidad para un ‘resurgir’ de Europa, pero lo cierto es que la victoria de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos y su vuelta a la Casa Blanca pillan a la Unión Europea en un momento muy delicado. Nadie habla de shock, ni de un golpe muy duro, pero sí es una descarga eléctrica sobre los cimientos del bloque, pero especialmente en la agenda de la próxima legislatura y en las prioridades. La Unión tiene que darse prisa y dejar de hablar solo de autonomía estratégica; tiene que llenarla de contenido en un momento además de máxima incertidumbre.
En Bruselas apelan a “las lecciones aprendidas” respecto a 2016 y la Comisión ya ha adelantado trabajo con un grupo de expertos para preparar al bloque para la vuelta de Trump que ahora es una realidad. Eso sí,la Unión sigue inmersa en una profunda crisis económica, mientras resuelve sus lagunas en la industria y sus carencias en Defensa, al tiempo que ve un importante auge de la derecha radical y cuenta con el Parlamento Europeo más dividido en décadas. Además, el eje Berlín-París pasa por su peor momento: Macron está desgastado en Francia y el Gobierno de Scholz ha caído. Eso sí, las fuentes piden “huir del caos y del dramatismo y ponerse a trabajar”.
¿Defensa sí o Defensa no?
Esos aprendizajes tienen la Defensa como pilar fundamental. No se trata de un giro hacia la guerra, sino desde el punto de vista productivo. Así, la Comisión Europea propone tres elementos clave: adquirir en común al menos el 40% de los equipos de Defensa de aquí a 2030; garantizar que, para 2030, el valor del comercio de defensa dentro de la UE represente al menos el 35% del valor del mercado de defensa de la UE y también avanzar de manera constante hacia la adquisición de al menos el 50% de su presupuesto de defensa dentro de la UE para 2030 y el 60% para 2035. Los primeros pasos tienen que darse en el año que ahora empieza.
La clave está en “trabajar más juntos y trabajar mejor” porque solo de esa manera se puede dejar de depender de la OTAN. Una Alianza Atlántica donde Trump precisamente pone presión, empujando a que los Estados inviertan hasta un 5% del PIB en lo militar y usándolo como chantaje si la UE no quiere una guerra comercial.
Eso o que Europa le compre a Washington más gas natural licuado (GNL) y petróleo. Todo esto no empuja a la Unión Europea a un ejército común, eso sigue siendo una quimera, pero el 2025 si puede ser el año para que haya quizá un fondo común para la producción europea y para el desarrollo militar, con un modelo similar al del fondo de recuperación de la pandemia.
El eterno debate sobre migración
Nadie tiene dudas tampoco de que la migración tendrá un papel central en la UE también el año que viene. De hecho, en marzo está previsto que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, presente un nuevo plan sobre retornos que incluya, de hecho, la idea de los centros de detención de migrantes. “Un marco legislativo más sólido será una de las principales propuestas del nuevo Colegio y se presentará antes del Consejo Europeo de marzo una propuesta para un nuevo enfoque común sobre retornos”, explicó la alemana en una carta enviada a las capitales.
Esto entra dentro de las “soluciones innovadoras” de las que habló la germana al tomar ‘posesión’ de su segundo mandato al frente del Ejecutivo comunitario. Con todo, se trata de un plan impulsado por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que ya ha puesto en marcha estos centros en Albania; eso sí, esa vía ya está inmersa en dilemas judiciales a nivel nacional. Meloni ha insistido esta semana en que “funcionarán” y tiene al menos a diez Estados miembros que ven con buenos ojos esa idea. De momento, solo España se opone abiertamente a esta propuesta porque la considera “coyuntural” e “inefectiva”. El reto en 2025 es, en ese escenario, que pueda entrar en vigor el pacto común de migración y asilo, previsto para funcionar en 2026 pero que quizá pueda adelantarse.
El papel de la UE en el mundo
Hacia fuera, la UE necesita reforzar su papel en el mundo. Con respecto a China el tono va a subir, con órdagos como las sanciones por la inversión pública para el coche eléctrico, pero también con roces con grandes tecnológicas o por su influencia en África; ese paso quiere darlo también Bruselas con la llamada Global Gateway, ya vigente y que consiste en aumentar las inversiones por ejemplo en el continente vecino. Ese poder de ‘convicción’ es también parte de la lucha con Moscú y Pekín y se aplica también a América Latina, con quien está pendiente de ratificarse el acuerdo comercial UE-Mercosur.
Ahí entra el debate de la ampliación. Pero ahí no se esperan grandes pasos tangibles en 2025. “Es una prioridad”, aseguró el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, con Montenegro como país candidato más avanzado en el proceso pero que no prevé completarlo, en el mejor de los casos, antes de 2028. Pero eso no quiere decir que no se pueda avanzar, y la UE quiere que el año que empieza sirva para seguir “acercando” a los Balcanes Occidentales, Ucrania o Moldavia al bloque comunitario. Es decir, una ampliación que parezca una escalera y consista en ir subiendo escalones hasta llegar a la cima. “Es un proceso basado en méritos”, reiteran en Bruselas.
No, el 2025 no será un año en sí mismo, sino la continuación del 2024 o mejor dicho de las dinámicas que se vienen viendo desde 2020.
Los tiempos han cambiado y la UE tiene que adaptarse a ello, con más presión del resto de actores porque a la invasión rusa de Ucrania se añade la vuelta al pasado de Estados Unidos y una China que sin querer ir al choque directo está cambiando también el paradigma para liderar distintos sectores. La Unión Europea sabe la teoría, pero siempre le queda el pasarlo a la práctica. Y acertar.