Las personas empleadas para recoger uvas para las marcas de champán de lujo de Francia se ven obligadas a dormir a la intemperie y a robar comida para evitar el hambre, según ha descubierto una investigación.
El periódico The Guardian informó el lunes que había encontrado trabajadores temporeros de África occidental y Europa oriental en la ciudad de Epernay, en el norte de Francia, durmiendo en las calles o en tiendas de campaña, ya que los viñedos no proporcionaban alojamiento.
Decenas de ellos pasaron la noche en la puerta del cine situado frente a la estación principal de trenes de la ciudad, escribió.
Epernay es el hogar de las marcas de champán más caras del mundo, incluidas Dom Perignon y Moet & Chandon. Los envíos totales de champán desde la ciudad en 2023 ascendieron a 299 millones de botellas y generaron más de 6.000 millones de euros (6.250 millones de dólares) en ingresos, según el organismo del sector, el Comité Champagne.
La temporada de vendimia en Epernay dura de agosto a octubre. Este año, el rendimiento se estima en 10 toneladas de uva por hectárea.
Algunos trabajadores entrevistados por la publicación afirmaron que no les habían pagado o que no les habían pagado nada. Otros dijeron que no les habían proporcionado suficiente comida y que no tenían medios para comprarla, por lo que tuvieron que recurrir al robo.
“Los trataron como perros”, dijo un viticultor jubilado a The Guardian. “Quienes hacen eso no son viticultores: son explotadores”, añadió.
Según se informa, la temporada del año pasado fue bautizada como “la cosecha de la vergüenza” después de que cuatro recolectores de uvas temporeros murieran debido a una presunta insolación.
En un caso que se llevará a los tribunales en marzo, cuatro personas, incluido el propietario de un viñedo, han sido acusadas de trata de personas.
Según los sindicatos, es difícil responsabilizar a determinadas casas de champán de la explotación debido a un sistema que implica una delegación de responsabilidades de una empresa a otra.
El Comité Champagne emitió un comunicado a The Guardian expresando su “conmoción” por las “prácticas vergonzosas” y pidiendo a las autoridades que intensifiquen los controles y castiguen severamente cualquier abuso.
El organismo industrial también informó una caída en los envíos en el año en curso causada por “la lenta situación geopolítica y económica mundial y la inflación generalizada”.