Estados Unidos ha iniciado una investigación comercial sobre la producción china de chips tradicionales, alegando preocupaciones de que el país busca dominar los mercados nacionales y mundiales en la crítica industria de semiconductores.
En un comunicado de prensa publicado el lunes, la representante comercial Katherine Tai afirmó que Beijing estaba empleando amplias estrategias anticompetitivas y no comerciales, incluyendo el establecimiento y la búsqueda de objetivos de participación en el mercado, para lograr la indigenización y la autosuficiencia.
Las políticas y prácticas del país amenazan con tener “impactos perjudiciales” en Estados Unidos y otras economías, afirmó Tai, y agregó que socavan la competitividad de la industria y los trabajadores estadounidenses, las cadenas de suministro críticas de Estados Unidos y su seguridad económica.
Según el comunicado de prensa, la investigación se centrará en la fabricación china de semiconductores fundamentales, también conocidos como semiconductores heredados o de nodo maduro. Se trata de tipos más antiguos de chips informáticos que son esenciales para automóviles, lavavajillas, dispositivos médicos, la industria aeroespacial, las redes de telecomunicaciones, la generación de energía y el armamento militar.
La investigación también evaluará inicialmente si el impacto de los actos, políticas y prácticas chinas en la producción de sustratos de carburo de silicio (u otras obleas utilizadas como insumos para la fabricación de semiconductores) contribuye a “alguna irracionalidad, discriminación, carga o restricción al comercio estadounidense”.
La investigación se lleva a cabo en las últimas semanas de la administración Biden, lo que significa que recaerá en la administración entrante de Trump, que asumirá el poder en enero. Se llevará a cabo en virtud de la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974, la misma ley sobre prácticas comerciales desleales que el entonces presidente Donald Trump invocó para imponer aranceles de hasta el 25% a importaciones chinas por valor de unos 370.000 millones de dólares en 2018 y 2019, lo que desencadenó una guerra comercial de casi tres años con Pekín.
La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, dijo que una investigación reciente de su departamento muestra que dos tercios de los productos estadounidenses dependen de componentes que contienen chips heredados de China. También señaló que la mitad de las empresas estadounidenses, incluidas algunas de la industria de defensa, desconocían el origen de sus chips.
Al describir los hallazgos como “bastante alarmantes”, Raimondo dijo que los planes de China de construir más del 60% de la nueva capacidad de chips heredados del mundo durante la próxima década estaban desalentando la inversión en otras partes y constituían una competencia desleal.
En los últimos años, tanto China como Estados Unidos han estado compitiendo por dominar áreas tecnológicas clave, incluidos los semiconductores. Washington ha endurecido repetidamente los controles de exportación para evitar que las empresas chinas compren ciertos componentes estadounidenses, citando riesgos para la seguridad nacional. En mayo, el gobierno de Biden dijo que aumentaría los aranceles sobre los semiconductores heredados de China a partir del próximo año.
Pekín ha criticado repetidamente las restricciones a las exportaciones, alegando que contradicen las reglas de mercado reconocidas mundialmente.