La Unión Europea tiene sus ojos puestos en la Asamblea Nacional francesa mientras el gobierno del primer ministro Michel Barnier puede estar acercándose a su fin.
La cuestión en cuestión es el presupuesto, que se preparó con urgencia después de que Barnier asumiera el cargo en septiembre para liderar una coalición minoritaria.
Barnier, líder del partido demócrata cristiano (Les Républicains), propuso un plan para reducir el déficit público de Francia, estimado actualmente en el 6,1% para este año, al 5% de aquí a 2025.
Andreas Eisl, investigador del centro de estudios Notre Europe, afirma que, si bien Francia no se enfrenta a una verdadera crisis presupuestaria en términos de sostenibilidad de la deuda, la situación podría volverse problemática si la crisis política continúa.
“El riesgo existe si la crisis política se prolonga durante varios años y no conseguimos corregir la senda presupuestaria, que creo que no es sostenible a largo plazo. Poco a poco, podríamos encontrarnos en una situación que podría volverse problemática”, declaró a Euronews.
Barnier se enfrenta a presiones en dos frentes. En el plano nacional, tanto la extrema derecha como la izquierda han propuesto una moción de censura contra su gobierno. También tiene la tarea de garantizar que Francia cumpla con el Pacto Europeo de Estabilidad y Crecimiento. Como segunda economía más grande de la UE, Francia representa el 16,6% del PIB del bloque.
En respuesta, el primer ministro ha propuesto un plan de 60.000 millones de euros, que incluye 40.000 millones en recortes de gasto y 20.000 millones en ingresos adicionales.
Sin embargo, no son las incertidumbres económicas las que preocupan a los mercados en este momento, sino el actual estancamiento político.
Florence Autret, que dirige el blog Chutes, señaló que si el gobierno de Barnier colapsa, no está claro si el presidente Emmanuel Macron lo mantendrá en el cargo, nombrará un nuevo primer ministro o incluso renunciará.
“En Francia todavía hay bastante gente que pide su dimisión”, declaró a Euronews.
“Si el presidente dimite, se producirían elecciones presidenciales, seguidas de elecciones legislativas en verano, lo que daría lugar a meses de especulaciones políticas y campañas, durante los cuales Francia estaría prácticamente ausente del proceso de toma de decisiones”.
La inestabilidad política en Francia pesará mucho en los debates europeos. La influencia de París corre el riesgo de debilitarse en un momento en que los nuevos equipos institucionales de la UE pretenden avanzar rápidamente en los desafíos geopolíticos, industriales y climáticos que afrontan los 27 Estados miembros.