Austria ha acordado levantar su veto de larga data a la adhesión de Rumania y Bulgaria al espacio Schengen sin pasaporte, algo que los dos países de Europa del Este han intentado conseguir durante años pero se han encontrado con la resistencia de Viena.
El avance fue anunciado el viernes por la tarde por la presidencia húngara del Consejo de la UE, que organizó una reunión en Budapest con los ministros del Interior de Rumania, Bulgaria y Austria.
Los tres ministros firmaron un “acuerdo conjunto” para allanar el camino hacia la adhesión total a Schengen, según informó un portavoz húngaro. La declaración destaca los “progresos” logrados en la lucha contra la migración irregular y las solicitudes de asilo en los tres países, e incluye el compromiso de acelerar las deportaciones de los solicitantes rechazados.
En la práctica, el acuerdo supone la abolición de los controles en las fronteras terrestres interiores, el último obstáculo que quedaba. A principios de este año, los controles de pasaportes en las fronteras marítimas y aéreas se eliminaron definitivamente, en una primera concesión de Viena.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, recibió con agrado la noticia y afirmó que Rumania y Bulgaria “pertenecen plenamente” al espacio Schengen.
“Que en 2025 Schengen se fortalezca”, dijo von der Leyen.
Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, se mostró igualmente positiva y afirmó que “un Schengen más fuerte significa una Europa más fuerte”.
Para hacerse realidad, el acuerdo de Budapest necesita ser aprobado por unanimidad por los estados miembros, un proceso que se espera que se desarrolle sin problemas.
Ylva Johansson, comisaria europea de Interior, que participó en la reunión ministerial, dijo que la votación tendrá lugar los días 12 y 13 de diciembre y que, “con suerte”, para el 1 de enero se eliminarán por completo los controles en las fronteras terrestres.
“Es un gran momento”, dijo Johansson en un mensaje de video . “Estoy muy feliz hoy”.
La exclusión de Rumania y Bulgaria del espacio Schengen, que abarca a 450 millones de personas y a la gran mayoría de los Estados miembros, ha sido una fuente recurrente de fricción entre ambos países y Austria, el principal reducto .
Viena afirmó que la llegada continua de inmigrantes irregulares era una prueba de que Schengen “no estaba funcionando” y que no se justificaba una mayor ampliación. Bucarest y Sofía cuestionaron esta afirmación, argumentando que ninguno de ellos formaba parte de la ruta de los Balcanes Occidentales por la que miles de inmigrantes entran irregularmente al bloque cada año.
Bruselas apoyó firmemente sus propuestas: desde 2011, la Comisión Europea, encargada de evaluar las candidaturas a Schengen, ha insistido en que Rumania y Bulgaria estaban “listas” para unirse y ha pedido a Austria que levantara el veto.
Los Países Bajos también se opusieron inicialmente, pero finalmente cedieron.
El avance llega en un momento delicado para Schengen: varios Estados miembros, como Alemania y Francia, han reintroducido controles fronterizos en un intento de controlar la migración irregular, aunque los expertos dudan de la eficacia de esta medida unilateral.
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