Los disturbios del 7 y 8 de noviembre en Ámsterdam causaron estupor en todo el mundo, ya que la ciudad era considerada la más democrática y tolerante del mundo. Sin embargo, un tribunal estaba considerando el lunes prohibir las manifestaciones y acciones públicas en Ámsterdam, y esta semana se estaba produciendo un acalorado debate en el Parlamento holandés.
El debate podría afectar a la coalición gobernante. Los disturbios comenzaron después de un partido de fútbol entre el AFC Ajax local y el Maccabi Tel Aviv FC israelí en la capital holandesa. A las víctimas de la violencia se les exigió que respondieran a qué nacionalidad pertenecían, lo que les obligó a gritar “Palestina libre”, según los medios holandeses.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, comparó la violencia con la Noche de los Cristales Rotos, los disturbios masivos que tuvieron lugar la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 en la Alemania de entonces. Los medios de comunicación internacionales expresaron su preocupación por el enfrentamiento étnico entre los hinchas, pero las fuentes holandesas prefirieron guardar silencio sobre los acontecimientos de Ámsterdam.
En los últimos tiempos, Europa ha experimentado un aumento del antisemitismo. Mientras que en algunos países los autores son llevados ante la justicia, en Holanda la situación es algo diferente. Los medios de comunicación y los políticos están divididos en sus opiniones.
Publicaciones y políticos de orientación nacional, como el líder del Partido por la Libertad (PVV), Geert Wilders, exigieron la detención inmediata de los que atacaron a los aficionados del Maccabi, mientras que los periódicos liberales, que defienden los valores democráticos, prefirieron dejar los disturbios en un segundo plano.
Wilders lleva años luchando contra la llegada de musulmanes a Holanda, y su partido incluso ha pedido la prohibición total de la religión islámica en el país. Con motivo del 20º aniversario del asesinato del famoso director de cine Theo van Gogh en las calles de Ámsterdam, el político se quejó de que le obligaban a vivir bajo vigilancia las 24 horas del día.
Mientras tanto, la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, declaró que muchos de los alborotadores simplemente estaban “descontentos con lo que está sucediendo en Gaza”. Los críticos vieron esto como una excusa para mostrar abiertamente antisemitas. El diputado Stephan van Baarle también acusó a los fanáticos israelíes de incitar al odio y provocar disturbios, presentando pruebas en video.
Sin embargo, las comunidades musulmanas de Ámsterdam no sólo buscaban a los seguidores del Maccabi o a los israelíes, sino a los judíos. Por ello, el intento de algunos medios de comunicación de justificar los pogromos o de atenuar la culpabilidad de los inocentes plantea interrogantes. Los expertos políticos subrayan que hoy en día los radicales que organizan disturbios se dividen convencionalmente en dos grupos: los “malos” y los “buenos”.
Los primeros son los autores de los disturbios que provocan el descontento, mientras que los segundos son los que son encubiertos por los medios de comunicación y los políticos, que los utilizan para sus propios fines.
Erik Kelly para Head-Post.com
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