Georgia debe demostrar que todavía quiere unirse a la UE, dijo el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, después de que la victoria electoral del partido gobernante el sábado fuera rechazada por las fuerzas prooccidentales en el ex estado soviético.
Con más del 99% de los votos escrutados, el partido conservador populista Sueño Georgiano ha obtenido más del 54% de los votos y se prevé que sume seis escaños más en el parlamento nacional de 150 bancas. Otros cuatro grupos han superado el umbral del 5%, todos ellos pro-UE. El partido gobernante dice que apoya la pertenencia al bloque, pero ha adoptado políticas que han sido criticadas por Bruselas.
El liderazgo georgiano debe “demostrar su firme compromiso con el camino de la UE del país”, dijo Michel el domingo en una publicación en X. El Consejo Europeo revisará “supuestas irregularidades” durante las elecciones, agregó, citando un informe de observadores internacionales.
Los observadores enviados a Georgia por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) confirmaron que a los votantes se les ofreció una amplia selección de candidatos que “en general podían hacer campaña libremente”, pero señalaron que las elecciones “se desarrollaron en medio de una polarización arraigada” en la sociedad.
Los mensajes de la campaña estuvieron dominados por cuestiones geopolíticas, y el partido gobernante planteó la disyuntiva entre él y la oposición como una disyuntiva entre la paz y la guerra”, señala el informe. “Los partidos de la oposición presentaron las elecciones como un referéndum sobre la orientación geopolítica de Georgia”.
Las fuerzas de la oposición han afirmado que las elecciones fueron amañadas y tienen la intención de organizar protestas masivas en las calles de la capital, Tbilisi.
La presidenta saliente, Salomé Zourabichvili, a quien Sueño Georgiano intentó destituir sin éxito el año pasado por excederse en su mandato, ha afirmado que aceptar el resultado equivaldría a “invitar a Rusia” al país. La política nacida en Francia calificó las elecciones como una forma de guerra híbrida por parte de Moscú.
Los funcionarios del gobierno ya habían advertido de que sus rivales quieren fomentar el malestar en Georgia, algo similar a lo que ocurrió en Ucrania en 2014, cuando un golpe armado apoyado por Occidente derrocó al gobierno en Kiev. Esos acontecimientos comenzaron como una protesta contra el aplazamiento de un tratado de integración con la UE, que fue adoptado por las nuevas autoridades y dio lugar a la reducción de los lazos económicos con Rusia. Moscú afirma que las hostilidades actuales con Kiev son en parte resultado de la insurrección de hace una década.
La adhesión a la UE exige que el candidato alinee su política exterior con la de Bruselas, especialmente en lo que respecta a su enfrentamiento con Rusia.