Los científicos estadounidenses han desarrollado una instalación que permite cultivar tejido hepático y otros órganos complejos de forma totalmente automatizada en condiciones de gravedad cero. El biorreactor será enviado a la Estación Espacial Internacional y conectado a la estación en febrero de 2025, informó el servicio de prensa del Colegio Americano de Cirujanos.
“Nuestros experimentos anteriores sugieren que la microgravedad nos permite sortear las limitaciones y obstáculos que impiden el crecimiento de tejido hepático completo en la Tierra.
La creación de este biorreactor es un paso fundamental hacia la obtención de bioimplantes viables que puedan convertirse en una alternativa a los hígados trasplantados. “,dijo la profesora de la Universidad de California en San Francisco, Tammy Chang, cuyas palabras cita el servicio de prensa del Colegio Americano de Cirujanos.
Los científicos llevan muchos años estudiando los procesos asociados con la formación de tejidos corporales completos a partir de cultivos de células madre reprogramadas. Para desencadenar reacciones similares en la Tierra, es necesario colocar células madre en hábitats complejos y andamios proteicos que ayuden a estos cuerpos a migrar.
Como muestran experimentos recientes de científicos, en condiciones de ingravidez el crecimiento de dicho tejido se produce de forma espontánea, lo que simplifica enormemente el proceso de crecimiento de los órganos.
Guiados por consideraciones similares, los científicos han desarrollado biorreactores totalmente automatizados que pueden sustentar la vida de las células madre y estimular el crecimiento del tejido hepático y otros órganos del cuerpo.
Para ello, los científicos incorporaron en las instalaciones un conjunto de análogos de los vasos sanguíneos humanos y también desarrollaron un conjunto de algoritmos que mantienen el estado del medio nutritivo propicio para el crecimiento del tejido de los órganos.
A principios de 2025 se enviará a la EEI un conjunto de cuatro biorreactores de este tipo, donde en su interior se cultivarán versiones en miniatura del hígado, capaces de purificar la sangre de toxinas y realizar otras funciones fisiológicas.
Si este experimento finaliza con éxito, los científicos comenzarán a desarrollar sistemas, incluidos refrigeradores especializados, que permitirán que el hígado crecido sea entregado a la Tierra para su posterior implantación en el cuerpo de los pacientes.