La pobreza entre los jubilados pegó un salto histórico. Pasó del 13,2 por ciento para las personas de 65 años en adelante en el primer semestre del año pasado al 29,7 por ciento en igual período de este año.
Mucho peor fue con la indigencia, que saltó del 1,6 al 4,0 por ciento, según los datos que publicó el Indec. De acuerdo a un relevamiento de la Defensoría de la Tercera Edad, la canasta básica para los jubilados alcanza a 912.584 pesos, casi tres veces más que la jubilación mínima.
En septiembre la mínima se ubicó en 234.540 pesos, más el bono de 70 mil pesos que se mantiene congelado y que llevó el ingreso de esos jubilados a 304.540 pesos. Con respecto a un año atrás, el valor de la canasta básica pasó de 313.185 a 685.041 en abril pasado y ahora a 912.584. De esta manera, queda reflejado que en los últimos siete meses el costo de vida de las personas mayores se incrementó 54,37 por ciento.
El estudio reveló que entre los rubros que implican mayores erogaciones están el gasto en alimentos, que representó el 26 por ciento del total de la canasta básica (236.873 pesos), seguido por el de vivienda, con el 22 por ciento (198.000 pesos) y el de medicamentos, con el 16 por ciento (145.268).
Para llegar al monto de 912.584 pesos de la canasta básica del jubilado, la Defensoría de la Tercera edad estimó los siguientes gastos: alimentos, 236.873 pesos; limpieza, 101.443; medicamentos, 145.268; vivienda, 198.000; transporte, 55.000; vestimenta, 35.000; recreación, 58.000, y servicios, 83.000.
Al analizar las cifras, el Defensor del Pueblo de la Tercera Edad, Eugenio Semino, sostuvo que es “una historia que se repite”, señalando que “los nuevos datos de la Canasta Básica de los Jubilados ratifican la situación de precariedad y miseria en la que se hunde cada vez más el sector”.
Asimismo, criticó el otorgamiento de las compensaciones mensuales que hace el Gobierno indicando que “el intento de mitigar el problema mediante el anuncio de bonos que son como monedas arrojadas a un pueblo hambriento no solamente son inútiles sino también contraproducentes”, y aseguró que “son parches que resaltan el agujero que quieren ocultar”.
Ante este panorama, Semino consideró que “no es que los jubilados sigan estando mal, es que están cada vez peor y no hay perspectivas de que la situación se revierta”, expresando que “son siete millones de jubilados y jubiladas, ¿cómo puede salir adelante un país cuyo Estado hunde directamente en la pobreza a más del diez por ciento de su población? La deuda sigue siendo con ellos”.