El creciente apoyo a los partidos populistas de Alemania pone en duda la estabilidad política del país a sólo un año de sus elecciones generales.
Según la última encuesta de Politico, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) logró una victoria histórica en dos estados del este, obteniendo más del 30% de los votos.
La AfD obtuvo el primer puesto en Turingia y un cercano segundo lugar en Sajonia, mientras que el recién creado partido de extrema izquierda, la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), terminó tercero en ambas regiones.
En marcado contraste, la coalición gobernante de tres partidos del canciller Olaf Scholz –el Partido Socialdemócrata (SPD), los Verdes y el Partido Democrático Libre– obtuvo colectivamente menos del 15% de los votos.
Si esta tendencia continúa, el Canciller Scholz podría verse obligado a convocar elecciones anticipadas, una medida política común en países como Francia y el Reino Unido este año.
La incertidumbre política socava la confianza empresarial
La creciente influencia de los grupos políticos de extrema derecha y extrema izquierda de Alemania pone de relieve el descontento público en medio del aumento del costo de vida y el incremento de la inmigración tras la invasión rusa de Ucrania.
A pesar de estar en extremos opuestos del espectro político, tanto la AfD como el BSW comparten puntos en común en cuestiones clave: son antiinmigratorios y prorrusos, y abogan por el fin del apoyo de Alemania a Ucrania y la reanudación de las importaciones de gas ruso.
La AfD también se muestra escéptica respecto del euro y el cambio climático y pide el regreso a la antigua moneda alemana y el fin de la transición energética verde del país.
Sin embargo, no es probable que los partidos de extrema derecha ni los de extrema izquierda formen una mayoría gobernante por sí solos, y el BSW podría desempeñar un papel crucial a la hora de equilibrar el poder político entre los partidos.
Podría surgir un escenario similar al de las elecciones anticipadas de Francia, donde el partido Agrupamiento Nacional de Marine Le Pen no consiguió una victoria clara debido a la oposición de otros partidos.
Por ahora, los mercados bursátiles alemanes continúan rondando sus máximos históricos, a pesar de una fuerte caída en las acciones de los fabricantes de automóviles tras la crisis de Volkswagen.
Sin embargo, las perspectivas económicas del país son sombrías y la incertidumbre política probablemente genere más preocupaciones sobre la estabilidad de Alemania y la dirección de la política gubernamental.
El indicador de clima empresarial Ifo de Alemania disminuyó por cuarto mes consecutivo en agosto y alcanzó su nivel más bajo desde febrero.
El presidente del Ifo, Clemens Fuest, comentó: “La economía alemana está entrando cada vez más en una crisis”.
La atención se centrará ahora en las próximas elecciones regionales, en particular en el estado federado oriental de Brandeburgo, el 22 de septiembre.
Los datos económicos de este mes serán claves para evaluar el impacto político en la confianza empresarial y de inversión.
La inversión extranjera en Alemania disminuye
Según un informe del IW Institute, la inversión extranjera directa (IED) en Alemania cayó a su nivel más bajo en una década en 2023.
Un informe separado de la UNCTAD también reveló que las entradas de IED en Alemania se desplomaron un 76,2% en 2022 en comparación con el año anterior.
Esta pronunciada caída pone de relieve las crecientes preocupaciones por la desindustrialización, los elevados costes laborales y un entorno empresarial cada vez más incierto, que impulsa a las empresas a trasladar sus operaciones al extranjero.
Los datos de S&P Global también revelaron que el índice de gerentes de compras (PMI) del sector manufacturero de Alemania, un indicador clave de las condiciones comerciales, se ha contraído durante 25 meses consecutivos, debido a caídas pronunciadas y aceleradas en los nuevos pedidos, la actividad de compras y el empleo.
Los actuales disturbios en Volkswagen AG, símbolo de la fortaleza de la industria automovilística alemana, junto con la creciente inestabilidad política, amenazan con socavar aún más el atractivo de la tercera economía más grande del mundo para los inversores extranjeros.
La aceleración de las salidas de capital y la disminución de las entradas empeorarían el panorama empresarial de Alemania.
El estudio del IW también destacó que aproximadamente 90.000 millones de euros de inversión extranjera de empresas alemanas se han redirigido a otros estados miembros de la UE, particularmente Francia.
A la luz de estos desafíos, la lenta economía de Alemania subraya la necesidad urgente de que el gobierno restablezca la confianza de las empresas y los inversores.