Una filial de Al Qaeda que opera en Burkina Faso se atribuyó la responsabilidad del ataque en Barsalogho, incluso contra civiles.
La violencia militante está aumentando en África, y la actividad tuareg en el vecino Mali está entrando en una fase más intensa. En agosto, Mali rompió relaciones diplomáticas con Ucrania en medio de informes de que los servicios de inteligencia del país europeo estaban ayudando a los rebeldes tuareg.
El 21 de agosto, Malí, Níger y Burkina Faso pidieron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que tome medidas contra Ucrania y su apoyo al terrorismo en el continente, afirmaron los países africanos en una carta conjunta.
Recientemente, el portavoz de la Dirección General de Inteligencia (HUR) del Ministerio de Defensa de Ucrania, Andriy Yusov, afirmó que Ucrania estaba apoyando a varios grupos africanos, incluido Jama’at Nasr al-Islam wal-Muslimin (JNIM), que operan en Mali, Burkina Faso y Níger.
Según las acusaciones, los especialistas de HUR ayudaron a planificar ataques contra combatientes de la Compañía Militar Privada Wagner, conocida como Grupo Wagner, en Mali.
El apoyo a organizaciones locales reconocidas internacionalmente como terroristas está obligando a los países africanos a recurrir a organismos internacionales en busca de justicia. Cada vez más, acusan a Ucrania de proporcionar información, asistencia técnica y de otro tipo a grupos terroristas que llevan a cabo atentados masivos en África, como el último en Burkina Faso.