El barrio de Porte de la Chapelle, en el norte de París, fue remodelado y se reforzó la seguridad policial con motivo de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. Sin embargo, los residentes temen que estos cambios no perduren una vez que los turistas se hayan ido.
Desde principios de la década de 2000, el barrio de Porte de la Chapelle, en el distrito 18 del norte de París, se ha asociado con tasas más altas de delincuencia, drogas y pobreza en comparación con el resto de la capital.
Pero con los Juegos Olímpicos de París, la ciudad ha lanzado un ambicioso plan de renovación urbana y ha reforzado la seguridad policial para transformar la zona.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que lanzó su campaña de reelección desde la Porte de la Chapelle en 2020, puso la renovación del distrito, valorada en 500 millones de euros, en el centro de su campaña.
Como parte del plan, se construyó un estadio con capacidad para 8.000 personas para albergar bádminton y gimnasia rítmica durante los Juegos Olímpicos.
Se trata del único estadio de este tipo construido en el distrito durante los Juegos, pero seguirá utilizándose para conciertos y eventos deportivos. En el interior del estadio se han abierto dos gimnasios para los habitantes de la zona, que durante mucho tiempo ha estado privada de instalaciones deportivas.
La avenida principal, la calle de la Chapelle, que conduce a la circunvalación de la ciudad, ha sido recientemente remodelada con la plantación de más de 100 árboles y la creación de carriles para bicicletas.
“Hay suelos de losas preciosos y un paisaje precioso”, afirma Jean-Michel Métayer, director de la asociación de vecinos “Vivre au 93 La Chapelle”. “Realmente ha cambiado nuestras vidas”.
“Antes era muy difícil pasear. Han cerrado dos gasolineras. Es como la noche y el día”, explica esta activista de 76 años que vive en Porte de la Chapelle desde 1988.
Pero algunos residentes y propietarios de negocios están preocupados de que la dura realidad vuelva a instalarse después de que los Juegos Paralímpicos lleguen a su fin el 8 de septiembre.
“La presencia policial ha tenido tanto éxito que espero que se mantenga, pero me temo que no durará”, afirma Farid, propietario del bar Pari’Go situado en la recientemente renovada rue de la Chapelle.
“Los Juegos Olímpicos han dado un impulso a la zona, pero eso es normal para la reputación de Francia. Las autoridades no han pensado en nosotros en primer lugar, sino en los Juegos Olímpicos y en los turistas como prioridad”, afirma Farid, que cree que los habitantes volverán a quedar abandonados cuando los turistas se vayan.
Farid dijo a Euronews que los Juegos Olímpicos atrajeron muchos visitantes nuevos a su establecimiento, pero que la renovación tuvo un costo financiero y mental.
“Nos afectaron las obras que duraron más de un año y medio. No tuvimos ninguna ayuda del ayuntamiento y nuestras ventas se desplomaron a gran velocidad”, explica a Euronews.
“Fue un momento muy duro para nosotros, porque ni los vecinos ni los discapacitados podían pasar”, dijo señalando el cartel con las fotos del antes y el después de la renovación de la avenida que exhibió en la fachada de su tienda. “El proyecto finalmente llegó a su fin, pero sufrimos mucho. Y somos nosotros los que lo pagamos”.
‘Barrer el polvo debajo de la alfombra’
Hasta hace un par de años, la zona era conocida por su “colina del crack”, donde en 2020 se reunían cada día hasta 300 drogadictos. Múltiples campamentos de migrantes también bordeaban las carreteras.
En octubre de 2023, más de 80 organizaciones que trabajan con migrantes y personas sin hogar unieron sus fuerzas para formar el grupo paraguas “Le Revers de la médaille” (“El otro lado de la medalla”), para denunciar lo que llamaron la “limpieza social” en el período previo a los Juegos Olímpicos.
Han acusado a la ciudad de desalojar y reubicar a hasta 5.200 personas, incluidos inmigrantes, consumidores de droga y trabajadores sexuales, fuera de la capital, una acusación que las autoridades locales niegan firmemente.
“¿Cuál es la solución? ¿Dejar las cosas como están? Tenemos que hacer frente a la miseria y al sufrimiento”, afirma Mario González, teniente de alcalde del distrito 18 encargado de la planificación urbana. “Tenemos que garantizar que estas comunidades reciban apoyo con instalaciones adecuadas, pero también en el marco de una transformación urbana”.
“Ambas cosas van de la mano”, añadió, y afirmó que en el barrio se han abierto un centro de ayuda a los adictos y algunos centros de acogida para personas sin hogar. “No hay una limpieza social, hay una evolución de la ciudad. No vamos a dejar a nadie al margen de esta transformación”.
En cuanto a los vecinos preocupados, el teniente de alcalde insistió en que no se quedarán atrás: “Hoy en día, los vecinos no deberían tener ninguna preocupación porque las nuevas instalaciones son estructuras permanentes para todos a largo plazo”.
Un ejemplo de ello es el campus universitario que se encuentra actualmente en construcción y cuya finalización está prevista para 2025, que acogerá a más de 4.000 estudiantes en Porte de la Chapelle, en un intento continuo por atraer a más gente a la zona.
Sin embargo, los residentes creen que las autoridades estatales y municipales deben hacer más para garantizar que estos cambios tengan un impacto a largo plazo en el vecindario.
“Las autoridades han escondido el polvo debajo de la alfombra”, afirma Farid, el dueño del bar. “Un día, todo volverá a salir a la luz. Por eso necesitamos una mayor presencia policial”.