Los países pobres utilizan como promedio el 41,5 por ciento de sus ingresos presupuestarios en pagar a los acreedores, sustentan hoy datos divulgados por la organización noruega Norwegian Church Aid.
De acuerdo con el estudio, 144 naciones en desarrollo encaran crecientes dificultades debido a las exigencias de los prestamistas, lo cual se traduce en menos dinero disponible para inversiones públicas en salud, educación y otros ámbitos sociales.
El análisis también demostró que como media dedican el 41,6 por ciento del gasto presupuestario al pago de adeudos, lo cual equivale al 8,4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
“Ahora tenemos la peor crisis de deuda de la historia, en gran parte porque cada vez más países han acudido a los mercados de bonos internacionales y han desarrollado mercados de bonos nacionales para financiar su desarrollo”, opinó Matthew Martin, uno de los autores del documento.
Según el secretario general de Norwegian Church Aid, Dagfinn Høybråten, una deuda elevada supone una enorme carga para la economía y afecta primero a los sectores más pobres de la población mediante recortes en el gasto social, educativo o sanitario para pagar las deudas.
“Una crisis de deuda paraliza y socava todos los demás esfuerzos de desarrollo. La crisis de 1982 duró más de 20 años con mucho sufrimiento antes de que finalmente se resolviera en 2005. No tenemos una generación para abordar esta nueva crisis de deuda”, afirmó.
En 2020, el grupo del G20, compuesto por las economías más avanzadas, lanzó el llamado marco común, un plan para acelerar y simplificar el proceso de alivio de la deuda, pero hasta ahora hay muy pocos resultados.
El marco común está “muy por debajo de las expectativas en cuanto a plazos, participación de los acreedores y magnitud del alivio proporcionado”, consideró la fuente.