El interés anual de la deuda pública supera los 100 mil millones.
Los servicios públicos están en crisis crónica, el interés anual de la deuda pública supera los 100 mil millones de dólares, los doctores comenzaron este jueves una nueva huelga de cinco días, la undécima en dos años y, sin embargo, el eje subyacente de todos estos temas y de la economía en general – la política fiscal e impositiva – sigue siendo un espectador superficial de la campaña para las elecciones del 4 de julio.
No es que no se aborde el tema tributario en los debates televisivos, las plataformas partidarias o las preguntas del público. Todo lo contrario. No se deja de hablar de ello, pero de modo sesgado y mezquino, centrándose en las diferencias marginales de los dos grandes partidos – Conservador y Laborista – sin rozar a los reales responsables del agujero en las finanzas públicas y el deterioro de los servicios: los multimillonarios y las grandes corporaciones.
Los datos
Los datos están a la vista. El popular Servicio Nacional de Salud (NHS) ha alcanzado un punto crítico tras 14 años de desfinanciamiento y desregulación por parte de los sucesivos gobiernos conservadores. La lista de espera supera los siete millones de pacientes, algunos en áreas críticas como cáncer o cardiología. Un 10% de los puestos de trabajo están vacantes por los bajos salarios, algo que ha hecho que en los últimos 12 meses se hayan repetido las medidas de fuerza de los trabajadores, sea en enfermería, entre los médicos o personal en general.
Las cosas no están mejor en Transporte y Educación y ni qué hablar en los servicios privatizados por el Thatcherismo en los 80 como agua y energía. Los números macro tampoco dan. La deuda pública roza el 100% del PBI, los intereses mensuales son de 10 mil millones de libras, el déficit fiscal es del 4,4%: solo la inflación ha descendido a un 2,5% anual, una de las promesas del gobierno para justificar su eterno ajuste desde 2010. Este respiro inflacionario, sin embargo, no se siente en la crisis del costo de la vida: los precios para alquileres y compra de vivienda están por los cielos, las tasas de interés no aflojan, lo mismo pasa con las tarifas de gas y electricidad.
¿Qué hacer?
Contrario a lo machacan los medios, el tema fiscal tiene dos patas. No solo la única que parece contar para el grueso de la cobertura periodística, el gasto público (salud, educación, transporte, servicios privatizados, etc), sino la recaudación, raramente abordada.
Los conservadores, que proclaman que mejorarán los servicios públicos, bajarán el gasto social y reducirán los impuestos, acusan a los laboristas de que si ganan el 4 de julio los contribuyentes “van a pagar dos mil libras más por año en impuestos”. El primer ministro Rishi Sunak lo dijo en el primer debate televisivo hace tres semanas afirmando que la cifra la habían elaborado los mandarines del Tesoro británico, es decir que eran cifras “independientes”.
Al otro día del debate, Sunak fue desmentido por prácticamente todos: los mismos funcionarios del tesoro, el organismo de estadística británicos, el Instituto de Políticas Fiscales y analistas de todo color político. Como la verdad ha perdido el prestigio que solía tener, Sunak volvió a repetir todo de nuevo en el segundo y último debate televisivo este jueves. Para los tories es la fórmula ganadora de tantas elecciones previas: ellos son el partido de la baja carga impositiva, mientras que el laborismo son unos despilfarradores seriales. Esta línea tradicional de ataque tiene un grave problema.
Después de 14 años de gobierno conservador y austeridad los impuestos para la gran mayoría están en su nivel más alto en las últimas décadas.
Los laboristas
A los laboristas no se los puede acusar de lo que sucedió desde 2010, pero en términos de propuestas insustanciales a nivel fiscal no les van a la zaga. Al igual que los tories, el Partido de Sir Keir Starmer se ha comprometido a no subir el impuesto a los ingresos, a la seguridad social o el IVA, y a mantener el de las corporaciones en un 25%, el más bajo de las naciones desarrolladas del G7. En el programa laborista los fondos para financiar los servicios públicos – promesa sagrada del partido – saldrán del crecimiento económico, un impuesto especial a las energéticas y la lucha contra la elusión tributaria (también prometida por los conservadores, en ambos casos sin detalles sobre su implementación).
La carta robada
Como en el famoso cuento de Edgar Allan Poe, “La carta robada”, la evidencia de crimen (en este caso económico-social) está a la vista. “No hay ninguna posibilidad de recuperación económica si el gobierno no invierte en los servicios públicos. Esto se hace con la recaudación, pero dado que los asalariados están experimentando la peor caída de los niveles de vida registrada, se tiene que buscar otra vía. Y esta vía existe. El Reino Unido, que es la sexta nación más rica del planeta, tiene 165 billonarios que pagan poco y nada de impuestos”, señaló a Página/12 Rachael Henry, jefa de Campañas de Tax Justice UK (Justicia Impositiva del Reino Unido) . Tax Justice UK junto a Patriotic Billonaires UK, un grupo de billonarios británico que coinciden con sus propuestas, han establecido un decálogo de medidas que permitiría recaudar 60 mil millones de libras anuales. Este decálogo incluye un aumento de los impuestos para las fortunas de más de 10 millones de libras, terminar con los beneficios fiscales de corporaciones y grandes fortunas, aumentar el umbral impositivo de las ganancias financieras para que paguen lo mismo que los asalariados.
Los conservadores
Los conservadores están prometiendo exactamente lo contrario mientras que los laboristas se hacen los sordos, no se sabe si porque no quieren hacer olas en medio de una elección que consideran ganada, porque la dirigencia es naturalmente centrista y timorata o porque hablarán del tema una vez que estén en el gobierno. Los partidos más pequeños, el liberal demócrata, los verdes adoptaron con más entusiasmo estas medidas. Si bien no tienen ninguna chance de formar gobierno, favorece un debate público abierto a propuestas mucho más audaces.
La información para proponer este decálogo está a la vista: es pública. La Oficina de Responsabilidad Fiscal, un organismo oficial independiente, evalúa en 200 mil millones de libras (el doble del interés anual por la deuda) las exoneraciones fiscales que reciben las corporaciones. “A esto hay que sumarle el uso de la planificación tributaria que hacen con estudios de abogados y contadores y las grandes firmas dedicadas a esto la mayoría británicas y bien conocidas, como la PWC. El impuesto corporativo real de las grandes compañías es mucho menor que el nominal del 25%”, señalan en Tax Justice UK.
¿Harán algo alguna vez?
El gran enigma es el laborismo. Dos ex asesores de los últimos primeros ministros laboristas, Tony Blair y Gordon Brown, señalaron que el gobierno no tiene muchas opciones si quiere mejorar los servicios públicos y el nivel de vida de la población. “Un gobierno laborista tendría que formar una comisión para la reforma impositiva. Los fundamentos y la necesidad de la reforma son incuestionables. Un mayor impuesto a la riqueza y a las ganancias de capital tienen que ser parte del menú”, indicaron este domingo al medio The Observer Patrick Diamond y Colmn Murphy. ¿Qué pasa si el gobierno hace la plancha como la ha hecho en esta campaña electoral?
“El Reino Unido seguirá decayendo, los servicios públicos empeorarán y hay un serio peligro de que no sean reelectos. Los servicios públicos y el Servicio Nacional de Salud son la prioridad número uno del público junto al costo de la vida y la economía. Un fracaso en esta área podría abrir la puerta a una mayor apatía y desencanto que a su vez allane el camino a fuerzas populistas”, señaló Rachael Henry.