En medio año de gestión, el presidente Javier Milei ha logrado equilibrar las cuentas públicas a fuerza de un ajuste inédito y feroz que ha supuesto un duro golpe para la sociedad argentina.
Motosierra y licuadora, el brutal ajuste aplicado a la población Argentina ya lleva medio año. Fortalezas y debilidades del experimento libertario.
El presidente Javier Milei cumple seis meses de una gestión inédita para la historia argentina. El economista y panelista de televisión que accedió al poder desde una construcción más mediática y digital que territorial, sin trayectoria ni estructura política y con la promesa de cambios radicales, efectivamente ha realizado una serie de reformas inéditas en el mundo y experimenta en el país suramericano un modelo que intenta que sirva de ejemplo de un resurgimiento de las derechas a nivel internacional.
Desde lo económico, como mandatario aplicó con un ajuste profundo e universal; desde lo político, mantiene un enfrentamiento abierto con el resto de la dirigencia, incluso a la que considera aliada; y desde lo administrativo, estableció un Gobierno con personas sin ninguna experiencia a cargo de mega ministerios, que sufre salidas masivas de funcionarios, escándalos y una cantidad extraordinaria de viajes al exterior del país, en el marco de una errática política internacional.
Hasta ahora, el trayecto recorrido se salda con un importante aumento de desempleo, el cierre de cientos de industrias y comercios, jubilaciones que perdieron un 9 por ciento en su poder de compra, salarios que cayeron un 29 por ciento interanualmente y una inflación que provoca que, en la actualidad, casi la mitad de los argentinos estén por debajo de la línea de pobreza.
Sin embargo, recientes sondeos indican que Milei mantiene un importante apoyo de la sociedad, pese a que sólo dos de cada diez personas aseguran estar mejor que el año pasado.
En cuanto al apoyo de los mercados que permitieron una relativa estabilidad cambiaria en los primeros meses de Gobierno, mermó en las últimas semanas: la moneda perdió cerca de un 25 por ciento de su valor en las últimas tres semanas y el dólar acumula una devaluación del 154 por ciento.
Motosierra y licuadora
La gestión Milei hizo de la economía la hoja de ruta central de su programa en el primer semestre de Gobierno. La aplicación de un rotundo cambio macroeconómico tuvo al exministro durante la presidencia de Mauricio Macri, Luis «Toto» Caputo, como encargado de llevar el timón del proyecto libertario.
Bajo la máxima del superávit fiscal y de no utilizar recursos de los que no se dispone, el Ejecutivo redujo las erogaciones del Estado en un 5 por ciento del producto bruto interno (PBI).
Para ello aplicó lo que el mandatario llama como “licuadora”, lo cual implica la devaluación del peso argentino y la no actualización del presupuesto del Estado. De esta manera, los fondos destinados a las diferentes políticas públicas reducen su valor en dólares y, por lo tanto, su valor nominal, lo cual implica un ajuste de los gastos de manera indirecta.
Para ello, el Ministerio de Economía definió un salto cambiario del 118 por ciento para el dólar oficial el 12 de diciembre. También desreguló varios sectores como la medicina prepaga, los combustibles o colegios privados por decreto. Entre los pasados febrero y abril se dieron aumentos en las tarifas de energía que triplicaron y hasta cuadriplicaron su valor entre mes y mes; mientras se esperan mayores aumentos con su consecuente trasladó a costos de toda la cadena de valor.
En segundo lugar, con el fin de balancear la economía, fue puesto en marcha un plan de recorte y desmantelamiento del Estado, que incluye el despido masivo de empleados estatales, el cierre de dependencias, el desfinanciamiento de programas y el achicamiento de los fondos destinados a las provincias y universidades, entre otras.
A costa de un gran costo social, la economía argentina ha logrado acumular reservas y consolidar una relativa estabilidad tras años de incertidumbre. Sin embargo, este logro no está del todo consolidado y recientemente se ha marcado un repunte de la devaluación que repercute en un aumento de precios y podría desencadenar una nueva espiral inflacionaria.
Crisis política administrativa
Las consecuencias del ajuste sufrida y la retirada del Estado de lugares claves como el suministro de alimento en un país donde la pobreza y la indigencia alcanza niveles récord, ha marcado el primer semestre de gestión.
Las consecuencias del ajuste sufrida y la retirada del Estado de lugares claves como el suministro de alimento en un país donde la pobreza y la indigencia alcanza niveles récord, ha marcado el primer semestre de gestión.
Por error o por decisión, el recorte que según Milei iba a ser pagado por “la casta”, finalmente es sufrida por jubilados, trabajadores y la clase media; el descontento tiene su expresión en las calles. Desde que asumió como presidente se han convocado dos huelgas generales y múltiples sectores se manifiestan cada vez con mayor frecuencia y masividad.
En este marco, el Ejecutivo sufre serias dificultades para que sus iniciativas legislativas cuenten con el apoyo del Congreso y a medio año de iniciado su mandato, el presidente libertario no ha conseguido aprobar ninguna ley de relevancia.
En tanto, la crisis hacia adentro de la propia fuerza también hacen resentir al Gobierno. Desde el inicio de funciones, la administración Milei sufre una sangría de funcionarios y a la fecha son más de 80 los de relevancia que han presentado su renuncia.
Entre las salidas más relevantes se encuentran la del ahora exjefe de Gabinete, Nicolás Posse, además de la del secretario de Ciencia y Tecnología, el jefe de Gabinete del Ministerio de Capital Humano y mano derecha de la ministra de esa cartera, Sandra Pettovello, Alejandro Szeresevsky y el secretario de Trabajo, Omar Yasín.
Milei pasó más de 30 días de viaje en sus primeros seis meses de Gobierno y fue cuatro veces a Estados Unidos, sin que ninguna de esas ocasiones se diera en el marco de una visita oficial
Relaciones internacionales
Una de las áreas a la cual llegó la crisis interna de la fuerza de Gobierno es a la Cancillería. La participación de la ministra de Relaciones Exteriores argentina, Diana Mondino, en la cumbre del G7, a la que viajará esta semana el presidente, fue suspendida y la hermana del mandatario tomará su cargo en la Secretaría General de la Presidencia, a la ex Fundación Exportar, una agencia de promoción de inversiones que hasta ahora dependía de la Cancillería.
Más allá de la crisis en política exterior, la administración Milei se ha caracterizado con un total alineamiento a Occidente sumado a su encuadramiento con la “nueva derecha” mundial y su decisión de abandonar la incorporación de Argentina al Brics. “No voy a impulsar un trato con comunistas”, contestó Milei cuando le preguntaron en el debate presidencial sobre la articulación con el bloque de potencias emergentes.
Uno de los conflictos diplomáticos más relevantes fue el acontecido en mayo pasado, cuando Milei tuvo una cruzada con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que incluyó acusaciones de alto nivel y que llevó a que Madrid decidiera primero “llamar a consultas” y luego retirar, en forma permanente, a su embajadora en la Argentina.
Con todo este contexto, este miércoles el Senado tratará la Ley Bases, ley planteada como fundamental por Milei y que es rechazada por aumentar la edad jubilatoria, reduce los derechos laborales y favorece la entrega de recursos naturales, razón por la cual múltiples sectores se han llamado frente al Congreso para repudiar la iniciativa legislativa, en una convocatoria que se espera sea masiva.