Thursday, July 4, 2024
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El abuelito “bonachón” que Estados Unidos quiere para Venezuela

Detrás de la figura de abuelito apacible y bonachón que le han fabricado al candidato que la oposición inscribió por Machado, con esa risita “inocentona” y su discurso “conciliador”, se esconde el plan con el que Estados Unidos, de la mano de la oposición extremista nacional, busca de nuevo asaltar el poder en Venezuela.

Y persiste en ese propósito, no solo para procurar ponerle la mano de nuevo al petróleo venezolano sino también para recuperar espacio a favor de sus intereses geoestratégicos en la región e impedir que Latinoamérica se inserte en la transición hacia un mundo multipolar.

El ingenio imperial notablemente tocado tras sucesivos y notorios fracasos, experimenta ahora por la vía electoral, ilusionar a los seguidores de la PUD, incluso a quienes podrían estar hartos de la confrontación, con la idea de que la violencia política, perpetrada durante 24 años contra el pueblo, el Estado y sus instituciones, cesará si el septuagenario escogido llega al poder. Que todo será “paz y amor”, tal como hizo Ramos Allup cuando ganaron mayoría en la Asamblea Nacional.

Tras las barajitas quemadas de Leopoldo López, Juan Guaidó y María Corina Machado, protagonistas del plan de golpe a cámara lenta pero con mucha violencia, Washington saca de las sombras a este candidato opositor, que miente al balbucear su propia biografía, mostrándose como un ser “impoluto”, ajeno a la política tradicional, cuando ha sido y es parte del contubernio adeco-copeyano, que por 4 décadas se repartió al país e hipotecó su futuro al gran capital trasnacional, bajo una encubierta y sistemática violación de los Derechos Humanos.

Ha tratado de ocultar que mantiene estrecha relaciones de amistad con representantes de la vieja política venezolana, desde Manuel Rosales hasta Henry Ramos Allup, quienes también han actuado plegados a los objetivos estadounidenses y hoy le apoyan con sus partidos.

Una de las evidencias irrefutables de la participación de EEUU en la escogencia del candidato de la derecha extremista venezolana, es el ruego público que hizo Francisco Palmieri, jefe de la Oficina Externa de EEUU para Venezuela y embajador en Colombia, al gobierno de Nicolás Maduro para que “permita que Edmundo González Urrutia sea el candidato de toda la oposición democrática venezolana”.

La derecha radical venezolana aspira a que el pueblo olvide su imagen de golpista con la “cara de yo no fui” de un señor que posa como insospechable de ambicionar el poder, un outsider moderado, académico y diplomáticamente correcto, pero incapaz de disimular que su guión también viene del Norte.

Así el viejito machaconamente señala que cuando llegue a ser Presidente de Venezuela, habrá una “transición democrática y pacífica”, promesa textual hecha por el Departamento de Estado, en un sinfín de comunicados públicos lanzados desde 2016, cuando pedía adelanto de elecciones mientras incendiaba las calles del país.

Por otra parte el abuelo internuncio de los gringos ha dicho que, una vez esté sentado en Miraflores, liberará a todos los “presos políticos” exigencia de EEUU para dejar impune las 43 muertes, 3 mil heridos y 20 mil millones de pérdidas materiales por ataques a hospitales, CDI, guarderías, y otras instituciones públicas.

Su sintonía con EEUU la confirma el hecho de que el anciano “angelical”, no ha condenado las medidas coercitivas que ejerce la maquinaria intervencionista y extorsiva del imperio sobre Venezuela, con el propósito de obstaculizar el ejercicio de la gobernabilidad e impulsar su política de cambio de régimen, causando muerte y dolor a los venezolanos.

El talante diplomático que pretende explotar el decadente candidato del imperio y la derecha venezolana, preocupado por “restituir” la democracia en el país, se desploma cuando en su trayectoria encontramos que siendo pagado por el Estado venezolano, habría prestado servicios a los oprobiosos y sanguinarios planes injerencistas de EEUU en Latinoamérica, según fuentes diplomáticas citadas por Diosdado Cabello, primer vice-presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela. Pese a su gravedad, esta acusación no ha sido desmentida por el candidato ni por los partidos que representa.

Precisa la misma denuncia que González Urrutia “fue captado por la CIA, en noviembre de 1976, siendo diplomático de la embajada venezolana en EEUU, justo cuando el Plan Cóndor aplicaba su estrategia de terrorismo de Estado trasnacional contra el movimiento progresista continental. Como recompensa por su valiosa contribución a los intereses gringos, habría sido enviado a la embajada de Venezuela en El Salvador, entre 1979 y 1984, como ministro consejero del entonces embajador Leopoldo Castillo, acusado de participar en la «Operación Centauro», dirigida por la CIA y organizada desde la sede diplomática venezolana en el país centroamericano, entre 1981 y 1983.

Enemigo de Venezuela dentro y fuera

Edmundo González entre 2013 y 2015 fue el representante internacional de la Mesa de la Unidad Democrática, (MUD) plataforma que agrupa a los partidos de la oposición no democrática que hoy le apoya, y que en ese período promovió maniobras para el desconocimiento del presidente Nicolás Maduro a escala internacional. Además apoyó propuestas injerencistas de países hostiles al gobierno bolivariano, como el canadiense y motivó en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) la injerencia y la aplicación de la Carta Democrática en el país.

Desde 2015, pertenece al consejo editorial internacional del diario El Nacional, órgano de propaganda de la oposición violenta y en 2020 el hoy “abuelo apolítico”, asumió la presidencia de la MUD.

El candidato opositor también es director suplente y coordinador del Grupo de Trabajo Seguimiento del Sistema Internacional, del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, señalado por el PSUV como una de las sesenta y dos Ong’s que operan en el país con fines absolutamente políticos y financiadas por otros gobiernos, entre ellos, Estados Unidos.

González participó en la 54ava reunión de las Américas en el think tanks American Society – Council of The Americas (AS/COA) junto con Machado, donde conversaron con Chris Dodd -consejero de Joe Biden para América Latina- y Brian A Nichols -subsecretario del Departamento de Estado-, sobre el proceso electoral en Venezuela y su impacto en la geopolítica regional.

No esconde su afinidad con el gobierno de Washington al que considera un “aliado fundamental” y se propone como prioridad en un hipotético gobierno, “reconstruir una relación diplomática normal” con esa nación.

Sin embargo es ambiguo respecto a los intereses de Venezuela, pues aunque reconoce el Acuerdo de Ginebra de 1966 como único instrumento válido para dirimir la controversia territorial que tiene el país sobre la Guayana Esequiba, desestima la creación de un nuevo estado, el estado Esequibo aprobado por el pueblo en referendo consultivo.

De la propuesta de Machado, de privatizar PDVSA, no ha dicho nada. Tal vez por el costo político y electoral que ello supone, prefiere mantener oculto el plan de privatización de la industria petrolera, servicios públicos y otros sectores estratégicos, que implicaría el desmontaje de la Revolución Bolivariana.

En definitiva la candidatura de Edmundo González representa la pérdida de soberanía política, económica y geográfica de Venezuela, y la más sólida apuesta de Estados Unidos para hacerse de las mayores reservas de petróleo del mundo.

A escala del Sur Global, el triunfo del candidato de la PUD, la MUD, “de “los pelucones”, también daría la oportunidad al imperio de evitar la entrada de Venezuela a los BRICS, con lo que asestaría un duro golpe a las fuerzas progresistas y antiimperialistas que construyen ya un mundo multipolar desde la región.

De ganar Edmundo González, será Estados Unidos quien gobierne en Venezuela y ante este desafío el chavismo, como sentimiento encarnado por las grandes mayorías del país, con su único candidato, Nicolás Maduro Moros, debe apelar a la conciencia del pueblo, legado irreductible del Comandante Hugo Chávez.

Será preciso reposicionar en la memoria del pueblo quiénes son los que están detrás de la “sorpresiva”, “ingenua” y casi bobalicona cara del candidato del imperio y de la derecha extremista criolla.

Es la oposición violenta, negada a aceptar las reglas del juego democrático, que pretende presentarse ahora como una fuerza política alternativa, unida solo circunstancialmente, sin saber cómo volver a tomar protagonismo, porque no tiene un proyecto de país. Carente de origen y de respaldo popular, sigue teledirigida por Estados Unidos que sí tiene una estrategia geopolítica clara: defenestrar la esperanza de los venezolanos de seguir avanzando por el camino de la igualdad, el desarrollo y la justicia social e imponer sus planes de ajuste neoliberal que sostienen y promueven el modelo unipolar, de absoluta subordinación a los intereses estadounidenses.

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