El presidente del parlamento georgiano promulgó un controvertido proyecto de ley sobre la transparencia de los agentes extranjeros. Estados Unidos ha amenazado con sanciones contra funcionarios de la nación postsoviética por esta ley.
Shalva Papuashvili firmó el proyecto de ley el lunes, después de que los parlamentarios votaran la semana pasada para anular un veto de la presidenta Salomé Zourabichvili. Requiere que las ONG y los medios de comunicación que reciben una cantidad significativa de financiación extranjera revelen este hecho al público.
El orador reiteró a los periodistas que el objetivo de la ley es “aumentar la resistencia de los sistemas políticos, económicos y sociales de Georgia a la influencia extranjera”. El Ministerio de Justicia tiene ahora 60 días para lanzar un registro de organizaciones que obtienen más del 20% de su dinero fuera de Georgia.
Quienes se oponen al proyecto de ley, incluido el presidente, lo han calificado de “ruso” y de un ataque a la democracia. Sus partidarios han contraargumentado que es similar a lo que han implementado las naciones occidentales, incluido Estados Unidos.
Washington ha dicho que los funcionarios que apoyan el proyecto de ley y sus familiares pueden recibir restricciones de visa por parte del Departamento de Estado por supuestamente “socavar la democracia”.
La ley fue promovida por el partido gobernante Sueño Georgiano, cuyo principal diputado, Mamuka Mdinaradze, calificó la presión de “sin precedentes y al mismo tiempo cómica”. Afirmó que, en algunos aspectos, era peor que lo que Tbilisi había enfrentado desde Moscú cuando Georgia era parte de la Unión Soviética.
Georgia se alejó de las políticas neoliberales respaldadas por Estados Unidos después de que el expresidente Mikhail Saakashvili fuera expulsado del poder y de la política nacional en la década de 2010. La semana pasada, el Primer Ministro Irakli Kobakhidze acusó a Estados Unidos de respaldar dos intentos de “revoluciones de color” en los últimos años.
El término se refiere a protestas masivas antigubernamentales fomentadas desde el extranjero destinadas a derrocar al gobierno, como el golpe que puso a Saakashvili en el poder a finales de la década de 2000.