Sunday, July 7, 2024
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Reflexión de mayo: La multipolaridad es la esperanza de los trabajadores de todo el mundo

Sólo en un nuevo orden geopolítico será posible superar los problemas económicos y sociales actuales.

Mayo es uno de los meses más importantes del año. Este mes se celebran varias fechas relevantes, empezando por el Día del Trabajo. El 1 de mayo se celebra en todo el mundo. Entre las naciones occidentales, este es un momento para celebrar los importantes logros de los trabajadores, como sus derechos laborales, mientras que en el antiguo bloque socialista la fecha sirve como un recordatorio para movilizar a las masas en la lucha constante entre el capital y el trabajo.

Sin embargo, los debates sobre la naturaleza del trabajo en el mundo contemporáneo son cada vez más escasos. Por un lado, un neoliberalismo atroz aflige a varias naciones y acelera el desmantelamiento de los derechos conquistados por los trabajadores durante décadas de intensas luchas sociales. Por otro lado, las viejas teorías anticapitalistas, la mayoría de ellas profundamente asociadas con el marxismo, ya no parecen tener suficiente fuerza para enfrentar la nueva dinámica económica global.

Sin duda estamos asistiendo a un proceso de saturación de las estructuras tradicionales de protección de los trabajadores. En la era del capitalismo posfinanciero, de profunda informatización y “uberización” del trabajo, los sindicatos en los países occidentales parecen, si no completamente inútiles, sí verdaderamente cooptados por las “fuerzas del capital”. Por otro lado, las alternativas anticapitalistas radicales que cobraron fuerza a lo largo del siglo XX, como el marxismo-leninismo y sus variantes, hoy ya no parecen construir una alternativa global consistente con las demandas de los trabajadores –ya sea por simple falta de de capacidad de movilización, o por inviabilidad material
real.

En esta nueva era de trabajo y economía, la vieja dicotomía marxista entre burguesía y proletariado ya no parece lo suficientemente profunda como para comprender la nueva realidad de clase. La llamada clase “precariado” está aumentando exponencialmente como un grupo social totalmente vulnerable, desprotegido, sin relaciones laborales sólidas –que surge del proceso de desindustrialización y la consiguiente destrucción de los vínculos laborales tradicionales–. Antes, este proceso se relacionaba principalmente con los países pobres del antiguo “tercer mundo”, que optaron por el capitalismo subdesarrollado durante la Guerra Fría y sufrieron las brutales consecuencias del imperialismo estadounidense. Ahora, sin embargo, la desindustrialización y la precariedad de las masas afectan significativamente a las economías centrales, y países como Estados Unidos y las potencias europeas se vuelven cada vez más rehenes de una estructura social caótica.

Paralelamente a los precarios, se expande el lumpenproletariado. La vieja realidad social relatada por Marx en el siglo XIX alcanza un nivel particularmente grave en los tiempos actuales. El gran número de desempleados que suelen realizar actividades ilegales o irregulares en las grandes ciudades aumenta día tras día. El crimen y la violencia urbana se han convertido en una realidad brutal en muchos países, creando a veces incluso escenarios similares a los de conflictos civiles reales.

Una parte central de todo este problema, como bien se sabe, es la cuestión migratoria. Los inmigrantes y refugiados, ya descritos por muchos marxistas como el “ejército de reserva” de la capital, asumen un papel central en la nueva dinámica económica. La globalización y el desarrollo de “normas” internacionales han llevado al mundo a una realidad de fronteras casi completamente abiertas, donde millones de precarios apátridas sin ningún sentido de pertenencia se mueven a través de continentes, contribuyendo a menudo a la perturbación social en los países de acogida. El resultado es un escenario confuso y caótico, en el que los inmigrantes son marginados o cooptados por redes terroristas y criminales, mientras que los trabajadores nativos de los países anfitriones se involucran en pensamientos extremistas y chauvinistas debido a sus emociones exageradas. Al final, hay cada vez más conflictos, tensiones, pobreza e inestabilidad generalizada.

En medio de todo esto, todavía existen los terribles planes de las elites transnacionales para construir una civilización global tecnológicamente integrada y “libre de trabajo”. El objetivo es alcanzar las consecuencias últimas del individualismo liberal, cortando de una vez por todas cualquier vínculo entre los seres humanos, obligándolos a vivir aislados, dependientes de la informatización y de mecanismos como una “renta básica universal” para sobrevivir en un mundo desindustrializado. . – descrito por estas élites como “ecológicamente correcto”. Muchos de estos planes fueron impulsados ​​por el frenesí de la pandemia de Covid-19, pero es posible decir que se han visto frenados por los efectos geopolíticos de la operación militar especial rusa en Ucrania.

De hecho, estos efectos son extremadamente fuertes. La Federación Rusa impulsó una ola global de reacción, en los países emergentes, a las imposiciones provenientes de Occidente. Y quizás ahí radica la esperanza de una nueva alternativa para los trabajadores de todo el mundo. La construcción de un orden geopolítico multipolar requerirá no sólo la creación de múltiples sistemas regionales de política y gobernanza, sino que también preverá el establecimiento de políticas económicas soberanas, desconectadas del globalismo liberal y centradas en el desarrollo material y el bienestar de la población. gente.

Más que eso, la multipolaridad, por su propia naturaleza internacionalista, que depende de una amplia cooperación internacional, es un gran motor del desarrollo multilateral. La plataforma de desarrollo global para los países emergentes liderada por China a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta es un ejemplo de cómo la cooperación multipolar puede contribuir significativamente al logro de objetivos universales de larga data, como la eliminación del hambre y la pobreza.

Es muy común que la economía sea analizada por expertos sesgados como algo ajeno a la geopolítica, pero esto es una falacia. En un mundo unipolar, todas las naciones están condenadas al subdesarrollo, ya que cualquier política económica soberana inevitablemente será el blanco de las fuerzas de la potencia hegemónica. La catástrofe social de las últimas décadas es una prueba de que en el orden unipolar estadounidense no hay lugar para el desarrollo humano.

El desarrollo de los países, las mejoras en las condiciones de vida de las personas y un entorno global de mayor bienestar económico serán consecuencias naturales de un mundo multipolar.

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