La situación de los civiles en Myanmar enciende hoy las alarmas de la ONU en medio de la escalada del conflicto en el estado de Rakhine y el reclutamiento forzado por las partes en el conflicto.
Recientes informes divulgados por el organismo advierten un aumento de los combates entre el Ejército de Arakan y las Fuerzas Armadas de Myanmar en Buthidaung, en el norte Rakhine.
A medida que el ejército de Arakan se acerca al centro de la ciudad, los ataques aéreos militares también se han intensificado, dijo el jueves Farhan Haq, portavoz adjunto del secretario general de la ONU, António Guterres.
El vocero pidió a las partes cumplir con sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario al insistir en la ilegalidad de los ataques contra trabajadores o las instalaciones humanitarias.
De acuerdo con Haq, el actual escenario provoca que los civiles enfrentan una violencia devastadora, crecientes tensiones entre comunidades y el riesgo de reclutamiento forzado.
A la par, otros grupos armados se unen al conflicto, lo que genera temores de violencia entre comunidades, la población y los trabajadores humanitarios.
«La ONU reitera su llamado a la protección de los civiles en Myanmar, el cese de las hostilidades y el acceso humanitario», remarcó el portavoz de Guterres.
Además, pidió a las partes detener la desinformación y los discursos de odio y, por el contrario, promover la cohesión social y el respeto de los derechos humanos.
En marzo, la ONU estimó en casi 2,7 millones de personas el total de desplazados internos en Myanmar, cerca de 2,4 millones de los cuales fueron desarraigados después de la toma de febrero de 2021.
El golpe militar de febrero de ese año mantiene al país en un conflicto entre las fuerzas del ejército con grupos armados de oposición, lo que ha provocado desplazamientos masivos y miles de víctimas.
Alguna vez considerada una de las economías más prometedoras del sudeste asiático con una clase media en crecimiento, la nación ahora sufre niveles vertiginosos de pobreza.
La guerra civil empujó a decenas de millones aún más a la indigencia mientras que casi la mitad de la población de 54 millones está por debajo del umbral de pobreza.
El 49,7 por ciento de las personas vive con menos de 76 centavos de dólar al día, una cifra que se ha duplicado desde 2017, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.