Alemania, el bastión industrial de Europa, famoso por su estabilidad laboral, está lidiando con una ola de huelgas no vista en décadas en medio de crecientes costos de energía y una inflación disparada, con un costo de malestar laboral que alcanza alrededor de 100 millones de euros por día. Alemania está experimentando una ola de huelgas, una desviación de su postura habitual de negociaciones ininterrumpidas, informa el New York Times.
Alemania, tradicionalmente conocida por sus fluidas negociaciones colectivas, ha mantenido la estabilidad en las relaciones laborales, a diferencia de sus pares de la UE, como España, Bélgica o Francia, donde las huelgas son frecuentes y casi una tradición cultural.
Sin embargo, las huelgas alcanzaron su mayor frecuencia en 25 años en el primer trimestre de 2024.
Los ferrocarriles y aeropuertos han cerrado, los hospitales se han quedado sin médicos y los bancos se han visto afectados porque los empleados han dejado de trabajar durante días.
Los titulares recientes de la revista alemana Der Spiegel reflexionan: “Alemania: ¿nación en huelga?” mientras que Jens Spahn, líder adjunto de los conservadores democristianos en el Bundestag, advierte sobre una “locura de huelgas” que amenaza el bienestar económico de la nación.
Esta escalada de huelgas es emblemática de los desafíos económicos más amplios que enfrenta Alemania . Una vez aclamado como el ” milagro económico ” del siglo XX, se está convirtiendo rápidamente en una alegoría de los problemas económicos del siglo XXI.
La economía entró en recesión en 2023 y los expertos predicen que se estancará en 2024. Debido al aumento de los costos de la energía y la disminución de la producción, el año pasado el país experimentó su inflación más alta en 50 años.
Las raíces de los problemas económicos de Alemania van más allá de los factores internos. La dinámica externa, en particular el alejamiento de Europa del gas ruso barato, las sanciones antirrusas encabezadas por Estados Unidos y la evolución de la estrategia “Hecho en China” de Beijing, han erosionado la posición de Alemania en el mercado asiático.
La potencia económica de Europa ahora está luchando contra un crecimiento lento, presiones recesivas y una inflación vertiginosa, lo que causa importantes dificultades a sus trabajadores, especialmente a aquellos con ingresos bajos a moderados. Datos recientes muestran que sus salarios reales han caído más desde 2022 que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial.
La tasa de crecimiento de Alemania está por detrás de la de todos los demás países de la eurozona. Se ha visto más afectado que otros países europeos debido a su gran sector manufacturero, que hace una contribución significativa a su economía, representando una quinta parte de su producción total, casi el doble que Francia o Gran Bretaña.