Parálisis parlamentaria o gobierno inestable, son proyecciones de lo que pudiera suceder en Portugal tras la apretada victoria de la Alianza Democrática (AD), de centroderecha, liderada por Luis Montenegro, en las elecciones legislativas.
De esa forma, terminarían ocho años de mandato de los socialistas con Antonio Costa a la cabeza, pero comienza el dilema para formar un nuevo ejecutivo, pues analistas consideran difícil para los vencedores renunciar al apoyo de la extrema derecha, una promesa de campaña.
Como vaticinaban los sondeos previos, los ultranacionalistas de Chega (Basta) multiplicaron por cuatro sus escaños en la Asamblea de la República (parlamento unicameral), a lo que se suma que estos sufragios contaron con la participación más alta en casi tres décadas.
La formación fundada en 2019 por André Ventura pasó de 12 a 48 diputados, con el 18 por ciento de los votos, dato previsible pues en las anteriores legislativas en 2022 ya se situaron como tercera fuerza política del país.
A falta del cómputo en las circunscripciones en el extranjero, la AD obtuvo 79 escaños de un total de 230, mientras el Partido Socialista (PS) consiguió 77 diputados.
El resultado está por debajo de la mayoría y ni con el apoyo del partido liberal, que cuenta con ocho bancas, se llega a los 116 diputados necesarios para formar ejecutivo.
Pese a ello, el líder de AD reivindicó una victoria que calificó de ineludible, dijo querer gobernar con una «mayoría relativa» y descartó de momento un pacto con la ultraderecha.
Por su parte, Ventura afirmó que sería irresponsable que no hubiera una unión, con referencia a una alianza con el AD. Habrá una firme mayoría de derecha, afirmó.
LOS ANTECEDENTES
Estos resultados son consecuencia de la repentina dimisión del primer ministro socialista, Antonio Costa, lo que provocó estas elecciones parlamentarias anticipadas en las cuales la centroderecha ganó terreno.
Para algunos analistas, resulta sorpresivo el crecimiento de esa tendencia en la preferencia popular de los portugueses, aunque este hecho se repite en otros países del área.
El resultado esta dado por las presiones económicas y de vivienda que enfrenta el país, para las que el anterior ejecutivo no tuvo respuestas y ello se tradujo en una pérdida de confianza en las estructuras de poder, de acuerdo con los expertos.
Ahora, dado que la Constitución portuguesa da amplios poderes al jefe del Estado, Marcelo Rebelo de Sousa podrá nombrar al primer ministro que considere contará con un mayor apoyo parlamentario.
Una vez nombrado, y como establece el artículo 192 de la Constitución, el aspirante tendrá un plazo máximo de 10 días para presentar su programa de gobierno al parlamento que tendrá en sus manos rechazarlo o dejarlo seguir.
En tal escenario las semanas siguientes serán vitales para armar alianzas, aunque estas signifiquen ceder terreno en determinados puntos de la agenda de gobierno en construcción.
En caso de que la propuesta no obtenga el visto bueno de la Asamblea, el Gobierno caería y Rebelo de Sousa nombrará probablemente a un primer ministro provisional con el único objetivo de volver a convocar elecciones dentro de seis meses.
Tal es el plazo fijado por la Carta Magna de Portugal para volver a llamar a las urnas.