Postergada a un segundo plano de la atención mediática por el genocidio israelí en Gaza, la guerra en Sudán sin embargo mantiene su terrible magnitud por los efectos que ejerce en millones de seres humanos.
Vísperas del primer año desde su estallido, la conflagración entre los generales Abdel Fattah al Burhan, presidente del Consejo Sudanés de Transición (CST), y Mohamed Hamdan, jefe de la milicia Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, inglés) tiene en su haber unas 15 mil muertes y unos 10 millones de desplazados.
Las cifras, de fácil lectura, apuntan a una tragedia humana de magnitud planetaria, advierten funcionarios de agencias de la ONU relacionadas con la provisión de alimentos a comunidades necesitadas.
En esa categoría aparece la directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Cindy McCain, quien aseveró horas atrás que el conflicto entre ambos hombres “ha destruido las vidas de millones de personas en ese país del noreste africano”.
Con un pie en la escalerilla del avión tras una visita al escenario de la catástrofe, la señora Crawford advirtió que la guerra en Sudán amenaza con “detonar la mayor crisis de hambre del planeta”.
Apoyó su análisis en el hecho de que 18 millones de seres humanos están en riesgo de hambruna, de ellos los más necesitados aquellos que están atrapados entre dos fuegos en las zonas donde se combate.
Hace 20 años el mundo se volcó para apoyar a Darfur, que era la mayor crisis de hambre del mundo, pero hoy el pueblo de Sudán ha sido olvidado, concluyó la funcionaria de la agrupación planetaria.
La guerra civil entre ambos hombres estalló el pasado 15 de abril por diferencias sobre el destino de los efectivos y las armas de las RSF, que el presidente del CTS insiste en incorporar al Ejército.