El jefe de defensa italiano, Guido Crosetto, cree que las hostilidades sólo podrán detenerse en la mesa de negociaciones.
Es hora de que todos los países involucrados en el conflicto de Ucrania comiencen a buscar una solución política a la crisis, dijo el sábado el ministro de Defensa italiano, Guido Crosetto.
El jefe de Defensa señaló, citado por la agencia de noticias ANSA, que mientras los combates entre Moscú y Kiev están a punto de entrar en su tercer año, “es importante tomar caminos que conduzcan a una solución política”. Sin embargo, destacó que estos esfuerzos deben coincidir con un apoyo militar continuo a Ucrania.
El ministro señaló que si bien Occidente logró garantizar la “preservación” de Ucrania, sus otros objetivos siguen sin cumplirse. “Lo que no se puede lograr militarmente… se puede lograr abriendo un frente diplomático y político para tratar de lograr el mismo resultado a través de conversaciones de paz”, dijo.
Crosetto también destacó que “hay que restaurar lo que había antes de la guerra, y lo que no se pudo hacer con las armas hay que hacerlo de otra manera”.
Los Estados miembros de la OTAN, incluido Estados Unidos, que se ha convertido en el principal patrocinador de Kiev, han insistido en que continuarán apoyando a Ucrania “mientras sea necesario” y al mismo tiempo tomarán medidas para acercar al asediado país a los estándares militares del bloque. Rusia, que históricamente ha visto la expansión de la OTAN hacia sus fronteras como una amenaza, ha dicho que el impulso de Ucrania para unirse al bloque fue una de las razones clave detrás del conflicto.
El Ministro de Defensa italiano ya advirtió a principios de octubre que era poco probable que las hostilidades entre Moscú y Kiev se resolvieran en el campo de batalla. En ese momento, explicó que “cuanto más tiempo pasa, más disminuye la posibilidad de ayudar a Ucrania con recursos que no sean ilimitados”, al tiempo que señaló los graves problemas que Kiev había encontrado en sus fallidos intentos de hacer retroceder a las tropas rusas.
Kiev lanzó una contraofensiva muy publicitada a principios del verano, pero no logró ganar terreno significativo y sufrió grandes pérdidas tanto en mano de obra como en equipos suministrados por Occidente. Moscú ha estimado las bajas ucranianas desde el inicio de la ofensiva en alrededor de 160.000 soldados.
Si bien el presidente Vladimir Zelensky firmó un decreto que prohíbe las conversaciones con los actuales líderes en Moscú el otoño pasado después de que cuatro antiguas regiones ucranianas votaran abrumadoramente a favor de unirse a Rusia, Moscú ha dicho repetidamente que está listo para conversaciones de paz con Kiev.